El gran problema de España, probablemente el principal, es el crecimiento y el margen empresarial. Ambos son raquíticos. De ahí deriva todo lo demás, incluso lo político, porque lo político es lo económico. La política sólo es el arte de gestionar presupuestos, con un lazo u otro. Si no hay presupuestos, no hay políticas. Parece simple, pero ZP llegó al poder sin saber esta obviedad. Y así salió, claro.
Empecemos por los bancos. Para empezar, casi nadie sabe que tienen un tipo especial de sociedades del 30%, frente el 25% normal. Cinco puntos más. No es un castigo por ser bancos, sino que necesitaban poder apuntarse unos créditos fiscales y, a cambio, penaban de esta manera. Ok, no se quejan, aunque lo recuerdan de vez en cuando, para quien quiera escucharle.
Desde febrero de 2016 hasta mediados del año pasado han sufrido tipos negativos, lo que significa que su negocio ordinario de tomar depósitos para prestar a crédito daba pérdidas. Más de cuatro años así. Cuando por fin suben los tipos, ¿qué les llega? Impuesto especial a la banca (¿otro?) y propuestas de tope a las hipotecas variables, en medio de improperios desde el Gobierno.
Recordemos que, cuando el Euribor bajó, a los bancos se les obligó a retirar el suelo al descenso. Y tuvieron que asumir los gastos hipotecarios: una pasta.
Este artículo explica a la perfección por qué no son buenos los resultados recientes de la banca, pese a que se ha cantado contra viento y marea (en un error manifiesto, como reconocen oficiosamente desde las propias entidades) que son récord. ¿Por qué se ha hecho? Porque hay un accionista muy castigado al que deben dar ánimo (son los verdaderos dueños, no lo olvidemos) y porque también los presidentes tienen su corazoncito y quieren sacar un poco de pecho.
Las cifras son récord, porque los bancos de hoy son la sumas de muchas entidades, incluidas las cajas, que hacen que sus balances sean enormes. Pero si se sumen los beneficios en conjunto del sistema frente a 2007, son más de un 20% peores. Esa es la clave.
Conviene recordar, además, que las empresas son de los dueños y están para ganar dinero. Cuando se gana dinero, el accionista quiere cobrar su parte, como es legítimo. Y es como funcionan las cosas: las empresas estatales han sido desastres en eficiencia toda la vida. ¿Qué era Telefónica a finales de los 90? Un ministerio desesperante. ¿Qué era en 2005? La mejor teleco de Europa y probablemente, del mundo. No llevaba ni 10 años en manos privadas.
A Mercadona la han puesto de chupa de dómine por ganar más cerca de 700 millones de euros. Pero la empresa factura 28.000 millones. Eso deja un margen del 2,5%, que significa que la compañía del horrible capitalista despiadado también conocido como Juan Roig no puede permitirse la más mínima caída en ventas. ¿Ha subido los precios? Sin duda. Por una cuestión de margen. La inflación está desbocada, debido a casi 10 años de políticas monetarias para sufragar las deudas públicas de los estados. No por los beneficios de las empresas, como dijo tan campante la vicepresidenta y ministra Yolanda Díaz.
El último proceso inflacionario de España tuvo lugar al final del franquismo
A mediados de los 70. Costó 20 años sacudírselo de encima, lo cual constituye un macabro silogismo que parece dar a entender que cuando se gobierna con criterios conservadores (Franco-Aznar), los precios se contienen y cuando llega la progresía (Felipe-Sánchez), se disparan. No me tengan en cuenta la tontería. Aunque los motivos no son tan distintos: encarecimiento de las materias primas, especialmente las energéticas.
El verdadero problema de España es que las empresas no tienen margen. Lo poco que han ganado ‘en serio’ los grandes bancos llega del extranjero. Eso en un cáncer para una economía española que acaba de recuperar las cotas nominales de PIB de 2019, pero si aplica la inflación, seguimos muy por debajo.
¿La realidad? Es cruda: España está en términos de PIB per cápita a niveles de 2007. Traducido: ¿cuánto gana usted hoy: más o menos que hace 15 años? Contéstese.
Es entendible que existan sensibilidades de izquierda que se sientan tranquilos con una economía en la que el estado tenga más poder, ya que, en su opinión, eso les garantiza unos derechos contenidos en el llamado ‘estado del bienestar’. Pero Ione Belarra, Irene Montero o Yolanda Díaz no tienen ni idea de cómo funciona la economía y la empresa. Ni la más mínima. Por muy de izquierdas que sea una persona, no debe permitir que les representen semejantes indocumentados, con una total falta de experiencia.
Claro que también es muy lamentable ver al ‘Séptimo de tertulianos’ (algunos, ilustres directores, subdirectores, jefes de sección o altos cargos de venerables cabeceras), diciendo soberanas tonterías, que se nota que no han preparado, soltando lugares comunes insustanciales sobre la marcha, a lomos del buenismo más progre posible.
España lo que necesita es un PIB que esté en los 1,5 billones, con tipos de interés e inflación razonables. Así, podrían comenzar a mejorar los márgenes. Eso beneficiará a todos: más salarios, mejores condiciones, las empresas podrán implementar más recursos… Si no lo hacen voluntariamente, tendrán que hacerlo porque se les irá la plantilla y empeorará el servicio. Se lo impondrá el mercado (con perdón). A eso deben estar encaminadas las políticas.