Trabajó con Gary Cooper, Burt Lancaster, Rock Hudson o Joan Fontaine. Fue una de las actrices mejor pagadas del mundo gracias a protagonizar éxitos internacionales como El último cuplé o La violetera. Su fama mundial le llevó a actuar en la Unión Soviética en plena Guerra Fría. Diez años hace que nos dejó Sara Montiel, la diva que sedujo al mundo con el cuplé y prefirió vivir en España que trabajar en Hollywood. La plataforma FlixOlé le prepara un homenaje, momento perfecto para recordar que la Cultura de este país aún le debe el reconocimiento que merece.
Once coches fúnebres, dos de ellos dedicados sólo a transportar cientos de flores recorrieron Madrid desde el tanatorio de San Isidro hasta la Gran Vía. Como si fuera un cortejo con once caballos negros enlutados por la tristeza de tener que despedir a la gran diva que fue. Admiradores y curiosos la aplaudían a su paso. La plaza de callao se convirtió en un improvisado escenario en el que recibió su última gran ovación.
Fue un no parar de «¡Viva Sara!» lo que se escuchaba aquél día en el centro de la capital. Y de repente, el mejor homenaje que se le puede hacer a un artista en su último adiós: que sus admiradores animen el ambiente cantando una de sus canciones. Y así pasó.
La Gran Vía se tiñó de violeta con ‘La violetera’
La Gran Vía se tiñó de violeta y todos y todas los asistentes comenzaron a entonar La violetera. Primero se arrancaron los más valientes con los primeras frases de la icónica canción, esas que la mayoría desconocen que se saben hasta que las escuchas y entonces la memoria se activa sola…
Como aves precursoras de primavera
En Madrid aparecen las violeteras
Que pregonando parecen golondrinas
Que van piando, que van piando
En ese momento, una lluvia de claveles consiguieron que aquella mañana de despedida se transformara en una noche de estreno. Todo el mundo empezó a cantar…
Llévelo usted señorito
Que no vale más que un real
Cómpreme usted este ramito
Cómpreme usted este ramito
Pa’ lucirlo en el ojal
En las grandes pantallas de la plaza de Callao se emitían las películas que la convirtieron en una de las artistas más internacionales que ha tenido nunca este país. Así despidió Madrid, en nombre de todo el mundo a Sara Montiel. Minutos después enterraban a María Antonia Abad.
Homenaje a Sara
El próximo sábado, 8 de abril hará diez años que murió la mujer que trabajó en la meca del cine junto a Gary Cooper, Burt Lancaster, Charles Bronson, Rock Hudson, Joan Fontaine o Vicent Price. Una actriz a quien adoraba la cámara que se codeaba con Greta Garbo, Marlene Dietrich, Elisabeth Taylor, Ingrid Bergman, Frank Sinatra, Kirk Douglas, James Dean, Henry Fonda, Alfred Hitchcock, Marlon Brando, Marilyn Monroe… la edad de oro del Hollywood de oro.
Tumbados en una chaise longe su infinidad de fans fumando esperan el homenaje que merece. Aquellos que la conocieron en vida y los jóvenes que la han convertido en una nueva musa de la modernidad ansían que la Cultura -con mayúsculas- de este país le ponga en el sitio que merece.
La plataforma FlixOlé le dedica estos días un reconocimiento al emitir una cuidada selección de películas, desde sus primeros papeles hasta los grandes éxitos que cosechó en la década de los 50 y los 60. Y sí, estará su ya mítica interpretación de Fumando espero en El ultimo cuplé, de Juan de Orduña (1957), un melodrama donde la artista representó el ascenso y caída de una cupletista mediante un repertorio musical con temas tan sonados como El Relicario. La película rompió todos los récords de taquilla y permaneció en cartelera durante casi un año. Fue la consagración de la actriz en la industria española y descubrió al gran público su faceta como cantante.
Una de las actrices mejor pagadas del mundo
Tampoco faltará en esta selección otro de sus grandes títulos, La violetera (Luis César Amadori, 1958). Fue tal el éxito internacional de esta película que los honorarios que cobró la convirtieron en una de las actrices mejor pagadas del mundo. El film se estrenó en medio mundo, Europa, Sudamérica, India, Egipto. Se lanzaron discos con las canciones en Europa y América… Por La violetera y El último cuplé consiguió la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos a la mejor actriz protagonista.
Su popularidad internacional fue tal que fue incluso una estrella en la extinta Unión Soviética en 1965, en plena Guerra Fría, donde arrasó como actriz y cantante, especialmente con el tema Bésame mucho.
Más de una decena de películas en las que la plataforma recorrerá las distintas etapas cinematográficas de la actriz. Desde sus primeras apariciones como secundaria hasta los grandes personajes que contribuyeron a engrandecer su fama. Poca gente sabe que la primera aparición en la gran pantalla lo hizo bajo el nombre de María Alejandra. Fue Enrique Herreros, el actor que se convirtió en su manager personal durante sus doce primeros años de carrera quien le puso el universal nombre de Sara Montiel. En los créditos de todas las películas que protagonizó en Hollywood aparece como Sarita Montiel.
Dotes interpretativas, carisma, personalidad y sexapil
Don quijote de la Mancha, dirigida por Rafael Gil, de 1947, que recibió un premio de la crítica de New York. Locura de amor, de Juan de Orduña (1948), su primer gran papel junto a Aurora Bautista en una película basada en la vida de Juana la Loca. El capitán veneno, una comedia de Luis Marquina, (1950) protagonizada por Fernando Fernán Gómez.
Las dotes interpretativas de Montiel, su carismática personalidad y su innegable sexapil la llevaron a protagonizar otras populares producciones españolas. Entre éstas se encuentran películas realizadas a mayor gloria de la voz y presencia de la manchega como La reina del Chantecler (Rafael Gil, 1962), La dama de Beirut (Ladislao Vadja, 1965) y La mujer perdida (Tulio Demicheli, 1966).
Directores como Mario Camus y Juan Antonio Bardem también decidieron introducir el registro de la Montiel en sus musicales: Esa mujer (1969) y Varietés (1971). Y así hasta llegar a la última cinta que rodó la artista, esta vez bajo las órdenes de Pedro Lazaga: Cinco almohadas para una noche (1974).
Una gran oportunidad para volver a disfrutar del mito, una excusa perfecta para pensar en el gran homenaje que nunca hubo. Se lo merece: Sara fue mucho, tanto que, gracias a Terenci Moix, llegó incluso a Saritísima.