Parece que hay una guerra encarnizada entre el PSOE, Sumar y Podemos para una vez conformado el gobierno de Sánchez –si es que logra la investidura– hacerse con el Ministerio de Igualdad. No me extraña, porque hoy blandir la etiqueta del “feminismo” o “los feminismos” como gusta decir a muchas, es una medalla que todo el mundo quiere lucir en la pechera. Como una especie de condecoración que se exhibe en los desfiles militares o regios: una vez llegas a casa te quitas el uniforme con la chatarra y te olvidas de lo que significa ese emblema violeta que portabas con orgullo. Eso es lo que defino como “feminismo del postureo”.
Hay algunas cuestiones que tenemos que dilucidar. Una es de qué hablamos cuando hablamos de feminismo. Porque si todo es feminismo, nada lo es. Cuáles son los objetivos del movimiento; quién es su sujeto político, qué papel juegan los hombres en él. Hoy parece que todo el mundo sabe lo que significa, pero nadie es capaz de definirlo, igual que pasa cuando se pregunta ¿qué es ser mujer? Porque sí, todo está relacionado y bien relacionado.
Hace unos días en una charla con dos colegas argentinas surgieron algunas otras cuestiones a las que también hay que prestar atención. Ponían de relieve lo fragmentado del feminismo, la dificultad para emprender acciones conjuntas, la disgregación en múltiples grupúsculos y cómo converger en luchas comunes. Se hablaba de que la última gran lucha común en Argentina había sido la del aborto; aquí se hizo referencia al caso de “la manada”, pero después… silencio. Concentraciones de vez en cuando cada vez menos concurridas contra las agresiones sexuales, contra los crímenes machistas en las puertas de los ayuntamientos, llamadas a manifestarse en la calle que reúnen a pocas mujeres y consumen las energías de quienes organizan.
El sujeto del feminismo
Una cosa es alardear de “feminismo”, y reafirmar con hipérboles lo muy y mucho feminista que se es, y otra emprender acciones para blindar los derechos de las mujeres, impulsar políticas públicas contra la pertinaz reacción que vemos avanzar contra conquistas que ya dábamos por consolidadas, y especificar cuales son las prioridades, que para mí están muy claras:
El sujeto del feminismo son las mujeres, las hembras adultas de la especia humana que han sido las que han sufrido la subordinación por razón del sexo. El feminismo es la lucha de las mujeres por ser sujetos de derecho en todo el mundo, un movimiento emancipatorio de ámbito internacional. Las prioridades son meridianas: combatir la violencia estructural contra niñas y mujeres; blindar la categoría sexo como base del reconocimiento de lo que es ser mujer; abolir la prostitución; prohibir los vientres de alquiler y la explotación reproductiva de mujeres vulnerables; perseguir la pornografía.
Hay más prioridades, sin duda. Extender la coeducación en todos los niveles educativos; sacar de las escuelas todas aquellas ideas acientíficas que están promoviendo la falsa creencia de que existen las “infancias trans” porque las criaturas no se ciñen al rol de género que les correspondería por su sexo. Desmontar la misma noción de género, y combatir los estereotipos que siguen considerando que hay cosas de niños y cosas de niñas, cosas de hombres y cosas de mujeres.
Ser mujer no es un sentimiento
Los hombres y las mujeres tenemos cuerpos sexuados diferentes, con diferentes procesos y necesidades. No podemos hacer como que no existen diferencias anatómicas, porque están ahí y son importantes para la vida y la salud. Reconocer las diferencias biológicas no conlleva ni superioridad de unos ni inferioridad de otras.Basta ya de querer confundir al personal con patrañas infumables de que es mujer quien dice serlo. Ser mujer no es un sentimiento: es una experiencia histórica compartida por el hecho de nacer con sexo femenino.
Mientras todas estas cuestiones no se diluciden y haya acciones concretas que lo confirmen, ya pueden ponerse en el pecho toda la chatarrería que quieran los partidos políticos, los sindicatos, las ONGs, y hasta la ONU y el Banco Mundial, que no deja de ser “feminismo de postureo” que no engaña a nadie.
Por eso es tan importante, en España, quien se haga cargo del Ministerio de Igualdad, caso de que no desaparezca: las feministas vamos a estar vigilantes y si cae en manos de aquellos o aquellas que no tengan claro todo lo que antecede, que sepan que nos van a tener enfrente. Porque nosotras sí sabemos lo que es el feminismo, y sabemos diferenciar el latón del oro, y la impostura de la autenticidad.