Nadie sabe su identidad real, pero muchos admiran y aplauden su trabajo. Banksy, el grafitero más desconocido y popular del mundo es el protagonista de una gran exposición en el museo de Tiflis, capital de Georgia. Crónica Libre viaja hasta el Cáucaso para profundizar en su crítica social a base de spray sobre las guerras que no nos dejan en paz, la política deshumanizada de políticos desalmados, la moral mezquina y la falsa moralina o esa cultura que nos hace más incultos. Entenderemos porqué su arte callejero se subasta por millones de euros.
«Banksy, el nacimiento de un mito», exposición en el Museo de Bellas Artes de Tiflis (Georgia) situado en la Avenida Rustaweli 5 con motivo de la celebración de su quinto aniversario en 2023. Y para festejarlo por todo lo alto, ha inaugurado el 18 de octubre una exposición itinerante dedicada a Banksy que estará abierta cuatro meses.
Banksy en el Cáucaso. Este museo privado cuyo propietario es Gia Jochtaberidze, el nuero del exministro de Asuntos Exteriores de la URSS Eduard Shevardnadze, aloja una colección de pintura y escultura contemporáneas de autores georgianos del siglo XX. Los amantes del arte encontrarán a pintores desconocidos para ellos, pero de una gran calidad. También se exponen trabajos que los entendidos catalogarían como kitsch.
Quienes no tuvieron oportunidad de ver arte de la época soviética, encontrarán también toda una gama de artistas autóctonos que los georgianos repudian porque pintaban dentro del corset artístico soviético. Quien se desviaba de la línea oficial, era expulsado de las academias de arte sin ningún tipo de escrúpulo. No todo el mundo comparte su gusto a la hora de elegir exposiciones permanentes, pero acierta muchas veces con las exposiciones temporales.
Banksy conquista el Cáucaso
Esta vez aloja una exposición fotográfica del trabajo del grafitero británico Banksy. El comisario de la exposición itinerante es Steve Lazarides quien ha acompañado a Banksy a lo largo de 12 años en su quehacer grafitero. La comisaria por la parte de Georgia es Elene Kapanadze que es quien ha organizado los murales que se exponen en esta exposición apasionante. El día 18 de octubre había muchos visitantes locales a pesar de que la entrada cuesta 40 lari, lo que equivale a unos 14 euros. Para ponerlo en contexto, un maestro de escuela gana unos 600 laris mensuales en Georgia.
No ha trascendido a la opinión pública quién convenció a quién para ejecutar esta exposición, pero parece que la ubicación de su obra en el Cáucaso no es fruto de la casualidad, dada la trayectoria de protesta de Banksy contra las muchas formas de opresión que sufren los más desfavorecidos. No nos sorprenda pues que las piezas de la exposición disparen diversos mensajes antibélicos muy potentes desde la perla del Cáucaso, Tiflis. Que la fecha pueda ser casual, es muy posible. Pero el mensaje antibélico reverbera, si cabe, mucho más desde el Cáucaso ahora que hay amagos de tercera guerra mundial en Medio Oriente. El Cáucaso es una región postsoviética multiétnica con una desestabilidad económica de décadas y es, a día de hoy, un polvorín.
La exposición también presenta grafitis realizados por muralistas georgianos y una obra simbiosis de un cuadro famoso de Pirosmani, pintor georgiano por antonomasia, con una obra de Banksy. La obra de los muralistas locales es un capítulo aparte porque el arte lo impregna todo en Georgia.
La exposición de la obra de Banksy por medio de la fotografía
Las piezas de la exposición son telas colgantes de gran tamaño (2 x 2 metros aproximadamente) en los centros de las salas con fotos de la obra de Banksy. Están colgadas de tal manera que el espectador tiene que abrirse paso entre ellas. La intención de los comisarios es que el espectador tenga un contacto cercano e íntimo con la obra porque las fotos de las telas colgantes no se pueden divisar desde lejos.
Son públicas fotos de los dedos de Banksy con manchas de spray después de la faena, imágenes del autor con pasamontañas o sentado en una silla leyendo un libro. Y es que solo el comisario Lazarides conoce a Banksy en persona. Los admiradores de su obra se tienen que conformar con fotos de su cuerpo en los que se oculta su cara.
A pesar del roce al que invitan las telas apretujadas, los espectadores no las tocan, pero hay muchos que están comentando los contenidos y haciendo fotos de las mismas. Respeto máximo por el quehacer artístico. Los espectadores mantienen distancia discreta a las telas adheridas a las paredes.
Las paredes alojan fotos de grandes dimensiones enmarcadas en fotos de menores dimensiones con un passepartout improvisado en color rosa con pintura chorreando. Este passepartout efímero con rosa chorreante denota la rapidez con la que tiene que actuar un grafitero para no ser pillado “in fraganti”. El grafitero actúa en la clandestinidad, es un artista furtivo que lejos de robar suele obsequiar su obra para que el peatón o conductor que pasen cerca puedan percibirla y ponerse a reflexionar sobre su belleza o su significado. El boca a boca hace el resto. Cuando aparece una obra que puede haber salido del bote de spray de Banksy.
Una de las paredes ha inmortalizado esta cita: “La fotografía es una herramienta muy poderosa que congela un momento en el tiempo y captura emociones que la acompañan. Tiene la habilidad de influir e inspirar cambios lo que la hace en una forma de arte más importantes de nuestro tiempo.” Es sumamente importante entender el significado de esta cita por varios motivos.
El grafitero no es un artista al uso porque en lugar de ejecutar su obra en un material que compra la “perpetra” en un soporte privado “robado” y un espacio público que invade. Se apropia una pared que no es suya y le añade una obra que puede o no gustar al propietario de la pared. El fotógrafo, a veces, capa un instante que le da valor añadido a la obra que, tal vez, desaparecerá de un brochazo.
De ahí que vida de obras “perpetradas” puede variar de varios días a varios años. Si el dueño de la pared la considera inoportuna, encarga a un pintor de brocha gorda que la destruya a brochazos con una mano de pintura. Ha ocurrido en innumerables ocasiones con los grafitis de Banksy. O, tal vez, el edificio que guardaba la pintura de Banksy fue demolido para construir otro. La obra de Bansky fue pasto de las excavadoras. Bansky ha pintado grafitis en Gran Bretaña, Canadá, EEUU etc. Gran parte de su obra ha desaparecido y él dedicó un grafiti a los que destruyen obra de arte llamándolos “villanos”.
Aquí reside la importancia de la fotografía que sirve para inmortalizar este tipo de obra efímera. Esta cita plasma a la perfección el quehacer del comisario y fotógrafo Lazarides cuando sale a fotografiar la obra de Banksy. No enfoca solo la obra sino que también su entorno más inmediato. A veces, la obra ha sido alterada por algún intrépido anónimo que le ha añadido algún elemento. Otras veces capta con su cámara a peatones que pasan por ahí o los coches que estaban aparcados o las bolsas de basura que yacen en el suelo.
Todo ello es un testimonio histórico del momento. Los derechos de autor no parecen importarle al artista. El mensaje añadido por otro grafitero anónimo le da a la obra de Banksy, si cabe, más vida. Es buena señal. La gente que observa la obra se para a pensar sobre el mensaje que traslada y añade su granito de sal, tal vez, pimienta. Y la frontera entre añadir un mensaje adicional y destruir la obra es fluida cuando se trata de manifestaciones artísticas clandestinas.
Fuertes mensajes antibélicos de Banksy
Banksy escribe sus mensajes en animales vivos, como “fuck the pig”. La palabra “fuck” es percibida como palabra vulgar y grosera propia de la clase baja en Gran Bretaña. Significa coitar y joder, en el sentido de fastidiar. Todo aquel que se considere educado en Gran Bretaña debe evitar ese vocablo. Y la palabra “pig” tiene innumerables connotaciones negativas además de su connotación más frecuente como “cerdo”. También significa bandido, gángster, ladronzuelo y no se refiere al robagallinas muerto de hambre sino a los ladrones con corbata o de cuello blanco que sumen en la miseria al resto de la población por su glotonería.
Además ha estampado mensajes en vacas o elefantes. Los protectores de animales pusieron el grito en el cielo. La cuestión que debemos plantearnos es qué prima más, la protección de animales o la libertad artística. Provocar siempre fue el mandato de Banksy bien sea con las imágenes o con los mensajes que las acompañan.
Entre los mensajes antibélicos destacan “don’t fight the war, fight the fighters”, no luches contra la Guerra, lucha contra los guerreros. Interpreto que no se puede luchar contra entes abstractos sino contra sus manifestaciones concretas. Y entiendo que los guerreros no son los soldados de a pie sino los que se lucran de la guerra. Luchar contra el poder solo se puede hacer desde la lucha contra los poderosos. La lucha no ha de ser una lucha simbólica contra los conceptos sino contra los perpetradores de comportamientos deleznables que sumen en la mayor de las miserias a la mayoría de la población.
Esta exposición muestra un elenco nada desdeñable de obra de Banksy con mensajes antibélicos captados por la cámara del comisario de la exposición y organizados de tal forma que el espectador entabla contacto directo con la obra, bien sea por las fotos colgadas en zigzag o las fotos pegadas en el suelo. Los espectadores las pisan y entran en contacto directo con ellas. El mero hecho de que los espectadores se hagan fotos de sus pies o de sus sombras con las fotos de la obra de Banksy es ya, de por sí, un triunfo porque los espectadores inmortalizan una obra que los villanos del arte destruyen.
Dicho esto, ¿qué pasará con las fotos adheridas a las paredes y a los suelos? ¿Se destruirán para dar paso a otra exposición? ¿Es lo mismo destruir obra original de Banksy que destruir las fotos que la documentan? Este es un debate sobre el alcance, las fronteras del arte y su preservación. No me sorprendería que Banksy esté alojado en Tiflis y nos deleite con obra original dentro de muy poco tiempo. ¿Qué pasará con ella?
La conservación de la obra de Bansky en mano de los espectadores
Los espectadores han entendido que es también su deber moral inmortalizar a Banksy con sus móviles antes de que el pintor de brocha gorda pinte la pared desconchada. No nos sorprenda, pues, que los habitantes de Tiflis se conviertan en paparazzis furtivos para inmortalizar la obra de Banksy. ¡Atentos a Tiflis!