¿Sabías que llevas un mundo de virus en tu interior? Sí, así como lo lees. Aunque solemos pensar en los virus como algo externo que puede causarnos enfermedades, la realidad es que también hay virus que nos «habitan» y se transmiten de generación en generación convirtiéndose en parte de nuestra identidad genética. Estos virus, conocidos como virus endógenos, se han integrado en nuestro ADN a lo largo de la evolución y han adquirido una variedad de funciones beneficiosas en nuestro cuerpo.
Se estima que hasta el 8% del genoma humano está compuesto de secuencias virales endógenas, pero, ¿Cómo han llegado estos virus a formar parte de nuestro genoma? La mayoría de estos virus endógenos son retrovirus, es decir, virus que tienen una enzima llamada transcriptasa inversa que les permite convertir su material genético (ARN) en ADN capaz de integrarse en el genoma de la célula huésped, en este caso, los humanos.
Durante décadas estas secuencias de ADN viral han sido consideradas por los genetistas como “ADN basura” resultante de infecciones ocurridas en las células de la línea germinal (las que dan lugar a los óvulos y espermatozoides) de los primeros homínidos hace miles años. Sin embargo, en los últimos años se ha descubierto que estos fragmentos virales distribuidos por nuestro genoma, forman parte de nuestro sistema inmune innato, que es nuestra primera línea de defensa contra infecciones.
Placenta, cerebro y sistema nervioso central
Los investigadores descubrieron que muchos restos de ADN viral se localizan cerca de los genes relacionados con la respuesta inmune innata, y que, si se eliminaban esas secuencias en células humanas, dichas células perdían gran parte de su capacidad para generar una respuesta defensiva contra agentes infecciosos.
Uno de los grupos más estudiados es el HERV (de las siglas inglesas, retrovirus endógenos humanos). Dentro de la familia HERV, existen varias clases, cada una con sus propias características y distribución en el genoma humano. Algunas de las clases de HERV más comunes incluyen HERV-K, HERV-H y HERV-W.
Los primeros han sido asociados con la formación de la placenta durante el embarazo, los segundos están activos en células del cerebro, y se ha sugerido que pueden estar involucrados en el desarrollo cerebral y la regulación de la plasticidad neuronal, mientras que los terceros se han encontrado activos en células del sistema nervioso central y se ha sugerido que pueden estar involucrados en la regulación de la función neuronal.
Herencia genética
Si bien es cierto que la presencia de los virus endógenos en nuestro genoma es parte de nuestra herencia genética y son considerados como un elemento más de nosotros, la desregulación de los mismos por factores tan diversos como las hormonas, radiaciones, otras infecciones e incluso el propio envejecimiento pueden desencadenar el desarrollo de enfermedades autoinmunes, neurodegenerativas e incluso cáncer.
Como en todos los ámbitos de la ciencia, es importante destacar la importancia de generar más investigaciones al respecto, ya que el descubrimiento del significado y funciones de los endovirus humanos ha supuesto un cambio de enfoque teórico respecto a su potencial utilidad en el ámbito de la salud humana.
Hasta hace poco, se pensaba que los HERVs eran secuencias de ADN inactivas que no tenían un papel biológico relevante en nuestro organismo. Sin embargo, ahora sabemos que pueden tener funciones celulares y fisiológicas importantes.
Esclerosis múltiple
Este cambio de perspectiva puede tener importantes implicaciones en la biomedicina, ya que podría cambiar algunos de los planteamientos que se están utilizando en el manejo de los retrovirus y las enfermedades retrovirales. Por ejemplo, en el caso de la esclerosis múltiple, una enfermedad autoinmune que afecta al sistema nervioso central y que se ha relacionado con la activación de HERV-W, se podrían desarrollar nuevas estrategias terapéuticas que tengan en cuenta la función de los HERVs en la patogénesis de la enfermedad.
En resumen, comprender mejor el papel de los HERVs en la biología humana puede abrir nuevas oportunidades para el desarrollo de terapias más efectivas y personalizadas en el ámbito de la salud humana.