Crónica Libre entrevista a la actriz del momento, María Vázquez, protagonista de la película Matria. En la piel de Ramona, la intérprete muestra la dura vida de una mujer obrera en la costa gallega. Actriz con implicación política, no dudó en acompañar a Yolanda Díaz el día que presentó su candidatura de Sumar en A Coruña. Tras hacerse con el galardón a la mejor actriz en el Festival de Málaga, y pasar por la Berlinale, reconoce que “no lo veía venir” y sobre todo “quería que llegara esta película al mayor número de personas posibles para visibilizar a las mujeres de las que hablamos en ella, homenajearlas, que sintieran que sus historias nos importan, que empatizamos y nos representan”.
Cuando Yolanda Díaz subió al escenario del Palacio de la Ópera en A Coruña el pasado diciembre para presentar su candidatura de Sumar a nadie le pasó desapercibido que le acompañara una de las actrices del año gracias a su aplaudido y premiado papel de Ramona en la película Matria, del director Álvaro Gago. Junto a ellas, un percebeiro, un trabajador de un centro de llamadas, una informática y un arquitecto.
No es habitual que los artistas se impliquen políticamente cuando están en la cresta de la ola por miedo a represalias laborales. Las actrices y los actores valientes y con inquietudes son imprescindibles por el bien de la cultura. En aquel acto, María Vázquez no tuvo un papel secundario, subió al escenario y tomó protagonismo. Y de qué manera, mientras María exponía sus preocupaciones, Yolanda Díaz tomaba buena nota. María Vázquez desea dar voz a las mujeres que más lo necesitan.
¿Cuál fue tu proceso de implicación en la construcción de Matria?
Implicación absoluta en la creación, en lo que tiene que ver con la construcción del personaje. Álvaro Gago llevaba tres años con el guion, estaba todo muy trabajado. Yo fui aportando lo que me pedía el cuerpo al conocer a estas mujeres, al estar en inmersión en la zona. Pero como él es muy generoso y yo estaba a tope con el proyecto porque me motivaba muchísimo, me dio el lugar y me hizo sentir que también era creadora del proyecto. Más bien hablamos de lo que queríamos reforzar, que no se perdiesen ciertas cosas, que no se suavizasen otras.
¿Rompe Matria el estereotipo del matriarcado gallego?
Para mí el matriarcado no existe. Es algo que se nos vendió y nos venden. La que trabajaba desde tiempos ancestrales en el campo y en casa, en el mar y en casa… Se cargaba con todo pero sin ninguna retribución económica ni de ningún tipo en la mayoría de los casos. Total infravaloración. Esto tiene otro nombre: esclavitud. También se decía que: «en la casa manda ella» y aún hay quien lo sigue diciendo. Pero ¿Qué esconde esto? ¿De qué tipo de poder hablamos? Hablamos de tomar decisiones que aún cargan más de trabajo y responsabilidad en los quehaceres domésticos, eximiendo de responsabilidad a los hombres en los cuidados y aceptando sus ausencias tanto físicas como emocionales.
¿Es el cine social el presente y el futuro del cine?
Yo no creo en las etiquetas. Creo que todo lo que se cuenta en la ficción, todo lo artístico y cultural debería ser «político-social» pero no como etiqueta sino porque todo en la vida es político. La política nos afecta en cada cosa que hacemos y todo debería llevarnos a posicionarnos y querer contar cosas que nos representen, que rompan los estereotipos, que generen nuevos referentes que sean inspiradores… Hagas comedia, drama, quieras entretener o hacer algo conceptual. Tenemos una responsabilidad como sector en el futuro que queremos construir, incluso en el presente. Todo lo visual es mucho más inmediato y más rápido que la educación. Así que es una herramienta potentísima, y tenemos la responsabilidad de utilizarla bien.
Con Ramona vivimos cómo es ser obrera en Galicia. ¿Cuánto hay de verdad en el retrato?
Todo. Hay todavía muchísimas Ramonas en Galicia y en todas partes. En mi sector, sin ir más lejos. Hay muchísima precariedad, tanta, que muchas mujeres ni siquiera se atreven a hablar de ella por miedo a no trabajar más.
¿Es el feminismo de clase el único posible?
Para mí no hay otro camino. Y si esto se entendiera e interesase que se entendiera… Nos daríamos cuenta que un futuro feminista nos haría mejores y más felices a todas, todos y todes. Pero hay muchos intereses económicos en juego para que este mundo interese.
Ramona es luchadora, orgullosa, divertida, y tan fuerte como frágil, ¿Cómo te sumergiste en un personaje con tantas aristas?
Tuve mucha suerte porque Álvaro me llevó de la mano a un mundo que ya conocía por su corto anterior y por sus orígenes y me introdujo en él. Me presentó a las mujeres de la fábrica, a otras mujeres de la zona, me llevó a todas las localizaciones. Y hasta me llevó en un barco de bateeiros al que fui varias veces para aprender a meterme en ese mundo.
¿Quién te inspiró para ser Ramona?
La mejor de las maestras: Francisca Iglesias Bouzón, mujer en la que está inspirada la película. Fue la mejor coach, amiga, compañera, que me abrió su corazón y me dio claves importantísimas para crear el personaje.
¿Qué hay de ti en ella?
Mi cuerpo, mi alma, mis ganas de luchar, de conocerme mejor, de rectificar, de aprender, el nervio. Y que yo, salvando las distancias, y reconociendo mi lugar más privilegiado que Ramona, también me considero una obrera en mi trabajo que lucha día a día por hacerse un hueco, porque se me escuche, y por quererme y valorarme.
Ramona quiere romper su rutina y salir de un círculo vicioso que la asfixia. Las relaciones con su hija, pareja y amigas son parte importante ¿Cómo trabajaste esto?
Hicimos lo que llamamos de broma el «campamento Matria» Durante casi dos semanas convivimos los personajes en la casa donde rodamos e iban entrando y saliendo personajes para crear relaciones, vivir situaciones que no estaban en el guion… Y todos fueron entrando y saliendo menos Álvaro y yo que permanecíamos en la casa.
¿De qué manera es posible este trasvase generacional sin sentimentalismos?
En la medida en que una entiende como madre o como lo que sea que el que viene detrás tiene que vivir sus propias experiencias sola y equivocarse o no pero con sus decisiones propias. Y que una no puede hacer nada más que estar ahí para sostener y apoyar. Pero no para controlar y dirigir.
¿Es el humor muchas veces la única manera de sobrevivir? ¿Por qué?
Porque si no sería insoportable. La realidad sin edulcorarla sería demasiado dolorosa. Es necesario reírse de uno mismo y de las circunstancias para relativizar un poco, para perdonarse por no ser capaz de hacerlo mejor.
Tu trabajo con el habla de O Salnés, con gheada y seseo, es digno de mención, ¿Cómo lograste esta verosimilitud?
Con una lingüista, con mucho trabajo y con una inmersión en el lugar de más o menos tres meses. Y de estar practicando todo el día, dentro y fuera de rodaje.
La película recae en el seguimiento de Ramona, a través de travellings, cámara en mano, lo que acentúa la opresión del personaje, ¿Qué fue lo más complicado?
La directora de fotografía y operadora Lucía Catoira es una mujer increíble, con muchísima sensibilidad, intuición, capacidad de escucha y de improvisar conmigo como una actriz más. Nos entendíamos, yo la sentía cerca pero nunca invadiendo mi espacio. Me encanta trabajar con ella y entenderme con ella como si fuésemos una. Crear la escena a tres entre Álvaro, ella y yo. Una gozada. Lo más difícil por nombrar algo, fue el agotamiento físico. Ramona es un personaje que no para, y con una energía altísima. Esto me requería muchísimo esfuerzo físico y emocional que me dejaba al terminar la jornada reventada.
¿Qué planes actuales y de futuro tienes?
Tengo por estrenar «Honeymoon« de Quique Otero, «Los pequeños amores« de Celia Rico, acabo de terminar de rodar «Alumbramiento« de Pau Teixidor y estoy metida en el rodaje de «+Cuñados« de Luis Avilés. En cuanto acabe quiero descansar. Pensar, vivir, resetear para poder dejar entrar nuevos personajes que tengo que decidir.
Dejamos a María Vázquez decidiendo sus próximos personajes, y si todavía no habéis visto Matria, os recomendamos que vayáis al cine ya que es de obligado visionado. Cine social que acongoja y enamora.