El nombre de Neandertal le sonará de las clases de historia o de biología. Pero, en realidad, Neandertal significa valle del Neander, un riachuelo en Renania del Norte-Westfalia (Alemania). A las orillas de lo que fue ese valle, en la localidad de Mettmann está ubicado el museo de Neandertal.
Esta localidad está situada en la cuenca del Ruhr, un río más grande que da nombre a esta zona. Es una zona minera en la que viven unos 5 millones de personas muy cerca de la frontera con Holanda y Luxemburgo. Y, precisamente, la minería es de gran atractivo turístico.
Si no le atraen los museos de arte o las iglesias, el recorrido que le proponemos es espectacular. La industria cervecera de Dortmund, el carbón de Bochum, las cuevas y caballos de Neandertal. Si le da tiempo, no pierda la oportunidad de acercarse a Wuppertal y hacer un viaje con el famoso tren colgante a lo largo del río Wupper en la zona de Bergisches Land. Es un recorrido ideal para un fin de semana largo de tres días. A partir del 1 de mayo, puede comprar un billete que le permite viajar en trenes regionales y autobuses públicos en todo el territorio alemán sin ninguna restricción por 49€ para todo un mes. No sabemos cuánto durará esta oferta.
En esta zona geográfica encontrará fácilmente toda una gama de restaurantes con comida internacional. ¡Atrévase a probar platos que desconoce!
¿Cómo llegar al Museo de Neandertal?
Los aeropuertos internacionales más cercanos son los de Colonia y Düsseldorf. Desde Madrid, Barcelona y Bilbao hay numerosos vuelos diarios y si reserva su billete con la debida antelación, encontrará vuelos por menos de 200 euros ida y vuelta.
Si aterriza en Colonia, puede ir hasta el museo de Neandertal en coche, en taxi o en transporte público. El taxi cuesta entre 90 y 120 euros, el viaje en coche unos 6-9 euros y dura unos 30 minutos. La duración del viaje en transporte público es de 1 hora y 40 minutos al tener que viajar en tren y autobús. Las líneas de tren regional R48 y R7 y los autobuses 783 y 741 pueden acercarle al museo desde el centro y ahora que el billete mensual vale 49 euros, puede ser una opción muy económica. Los trenes circulan cada hora y los autobuses cada 15 minutos.
Si aterriza en Düsseldorf, el museo de Neandertal está a pocos kilómetros y se puede acceder por medio de taxi (35-50 €) , tren (línea S 28, 17 minutos), autobús (29 minutos) o en coche privado (18 minutos). El final del trayecto por transporte público hay que hacerlo a pie si se viaja con la línea S28. El viaje en tren es bonito pero solo circula 6 veces a la semana. También puede alquilar un coche por unos 60 euros al día.
¿Qué tiene de especial el museo de Neandertal?
El Museo de Neandertal es único en el mundo por estar ubicado a pocos metros de la cueva done fueron encontrados los huesos que darían pie a una intensa investigación sobre la evolución de la especie humana. Se desconoce el motivo por el que se extinguieron hace unos 40.000 años habida cuenta de que el cráneo tenía más volumen que el cráneo del hombre actual. Fue por el tesón del maestro de Elberfeld Johann Carl Fuhlrott lo que permitió que los restos encontrados en la cueva de Neandertal de en 1856 hiciesen historia. El hallazgo fue fortuito y ocurrió mientras unos mineros estaban extrayendo mineral calizo entre Erkrath und Mettmann.
Encontraron 16 fragmentos de huesos que parecían provenir de seres humanos y que entregaron al maestro de Elberfeld. Los trabajos de minería continuaron y destruyeron el lugar exacto del hallazgo hasta que los arqueólogos Ralf W. Schmitz und Jürgen Thissen descubriesen de nuevo en 1997 la cueva Feldhofer Grotte que se puede visitar a día de hoy.
Johann Carl Fuhlrott guardó los huesos durante años mientras se desataba una fuerte polémica al considerar el médico estrella Rudolf Virchow que esos huesos no eran humanos sino de seres deformes. La teoría de la evolución de Darwin vería la luz 3 años después de este hallazgo espectacular. Tanto Virchow como Fuhlrott son considerados a día de hoy como los padres de la paleoantropología a pesar de la oposición de Virchow a la teoría de selección natural de Darwin.
El enfoque del museo es el de un espacio que ofrece actividades de forma integral en un entorno natural de vegetación atlántica exuberante. El edificio del museo es modernista, pero a pocos metros han construido una torre que permite acceder a unas vistas por donde se puede avistar la cueva que dio origen a la investigación sobre los restos óseos.
Por un sendero bien señalizado se accede a un establo donde viven caballos salvajes y bisontes. Al tratarse de animales salvajes, no le sorprenda que no estén visibles cuando usted pase por el establo. Son animales que ya poblaban ese territorio en la última glaciación y están extintos en el resto de Europa. El vallado está hecho con madera local y con técnicas ancestrales de la zona.
Hay dos recorridos, uno más corto apto para personas con problemas de movilidad y otro más largo para intrépidos. Arroyuelos, valles y pendientes están en perfecta armonía con la naturaleza porque el personal científico del museo deja a la intemperie los árboles que cortan por donde crecen hongos después de un cierto tiempo. Con todos estos recursos naturales y el saber de siglos, los empleados del museo organizan talleres para escolares donde los niños aprenden la forma de vida de las personas que poblaban ese espacio geográfico hace miles de años. Hongos, bayas y flora están dentro de los programas de contenido científico que realizan.
Eran, además de alimento, hierbas medicinales. En primavera, el umbral acústico lo marcan las especies ornitológicas de la zona con sus interminables sinfonías. Chochines, jilgueros, frailecillos y ruiseñores dan conciertos interminables. En este recorrido también se pueden encontrar esculturas modernas lo que le da al recorrido turístico un cierto toque artístico.
El museo ofrece en tres pisos una panorámica de los huesos humanos que se encontraron además de reconstrucciones de los hombres de Neandertal tan bien terminados que también tienen vello corporal. Es impresionante verlos en tamaño natural. Además de lo anterior se encuentran puntas de flecha, flechas y algunas herramientas que usaban para la caza y el molido de granos.
El personal científico del museo nos pone en contacto con el tiempo a través de una cascada de arena que aterriza en un cono de base ancha. Una voz nos explica el tamaño de un grano de arena y lo pone en relación con el tiempo y al cambio climático que estamos experimentando. ¿Cuánto tardaría la tierra en desaparecer? Es fácil hacerse a la idea de cuánto son miles de años cuando se observa el flujo de arena que choca contra la superficie del cono.
El museo de minería de Bochum
La cuenca del río Ruhr es conocida por tener yacimientos de carbón antracita y lignito que han sido explotados desde tiempos inmemoriales. Ya en el siglo XIII se encuentran documentos escritos que narran episodios de piedras negras ardientes. Los agricultores de la zona extraían el carbón que encontraban en los filones que terminaban en la superficie terrestre. De forma industrial se empezó a extraer carbón a principios del siglo XIX.
Muchas de las minas han cerrado ya por ser la combustión de carbón altamente contaminante además de poco rentable. De ahí que las minas con cientos de galerías estén en el punto de mira de la Inspección de Minas de Alemania para que no supongan riesgo alguno para el entorno natural y la vida de los humanos. Algunas de estas minas están abiertas al público y se pueden visitar en visitas guiadas.
En el suelo del Museo de Minería de Bochum todavía se pueden apreciar los raíles por los que circulaban los vagones cargados de mineral. En algunos tramos del recorrido han dejado vagones cargados con un poco de lignito para que los visitantes puedan tocarlo. Un dato singular es que este museo se dedica a la investigación de la historia de la minería además de las propiedades físicas de los minerales.
También se pueden ver los ascensores con los que bajaban los mineros a las galerías. En los primeros tiempos, se transportaba el mineral con caballos dentro de la mina y también fuera de ella. La construcción del ferrocarril entre Duisburg y Colonia que empezó a funcionar en 1846 fue un hito porque facilitó el transporte del mineral y dio un empuje decisivo a la industria local.
De los 3000 mineros que se ganaban la vida en las minas de carbón de la cuenca del Ruhr en 1820 pasaron a ser más de 450.000 en 1925. Un siglo después, en el año 2000 eran tan solo 48.000. Del medio millón de toneladas de carbón extraídos en 1820 pasaron a ser 129.000 en 1940.
Desde 2008 está cerrada la mina. La inspección de minas ha habilitado algunas galerías por las que se puede caminar sin peligro alguno. Las galerías están iluminadas y perfectamente ventiladas. La sensación térmica es lo más impactante cuando se visita la mina en verano y se baja en ascensor a una de las galerías. Las paredes están cubiertas por un recubrimiento de plástico aunque en los bordes se puede ver y tocar el lignito que todavía aflora. Así es el Museo de Minería de Bochum fundado en 1930. (Bochum está a 50 km de Düsseldorf y a 62 de Colonia).
Si le fascinan los minerales, no puede dejar de ver el Museo de Minerales de Essen (a 58 km de Colonia y 31 de Düsseldorf) ubicado en un edificio histórico. La entrada es gratuita. Tiene una colección fabulosa de minerales locales y también foráneos. Podrá apreciar diferentes calidades de carbón y calcopiritas de la región. Las calcopiritas son de una belleza singular. Los demás minerales en perfectas cristalizaciones son una obra de arte de la naturaleza que fascina a geólogos y legos.
La pequeña ciudad de Hattingen
La pizarra les sonará a los lectores de más de 60 años porque era el material sobre el que se escribía en los colegios de los años 60-80. La superficie tiene entre un color gris oscuro hasta negro y puede ser brillante. Pero este material, también ha sido materia prima en la construcción civil. De hecho, hay yacimientos de pizarra en Nuttlar cuya explotación ha concluido.
Esta ciudad tiene unos 54.000 habitantes y es conocida en la región por su arquitectura civil. En el centro de Hattingen se cuentan unas 150 casas con el entramado típico de las ciudades nórdicas de la Edad Media. Es un conjunto histórico que no se puede perder. Está casi lindando con Wuppertal, una ciudad mayor. El centro histórico, además de ser arquitectónicamente espectacular, está lleno de locales done se puede sentar a tomar algo. Al ser tan pequeño, se puede hacer parte del recorrido a pie. Pero no es exclusivo de Hattingen.
Los tejados de las casas así como el revestimiento de sus fachadas son de pizarra laminada de una gran belleza. No solo Hattingen sino otras muchas ciudades de Westfalia tienen tejados recubiertos con láminas de pizarra. Al principio se cubrían iglesias y edificios oficiales con este material, pero a partir del siglo 18 este material fue ganando terreno en la arquitectura civil. De hecho, el recubrimiento de los tejados se hacía de forma habitual con junco, pero el riesgo de incendio era muy alto.
Al ser los incendios muy habituales, en 1778 se aprobó una ley sobre incendios en el ducado de Westfalen que incorporaba normativas para la construcción de edificios. Fue a partir de este momento en el que se empezaron a recubrir tejados y fachadas con pizarra laminada. Era un material caro, pero muy resistente al fuego y a las inclemencias del tiempo.
El tren colgante de Wuppertal
Tirando hacia el sur se encuentra Wuppertal, que quiere decir valle del (río) Wupper. Es una ciudad con una longitud de kilómetros y unos 350.000 habitantes con muchas cuestas muy empinadas. Los barrios que componen Wuppertal fueron municipios independientes hasta 1930 que fue cuando Eberfeld, Barmen, Vohwinkel, Ronsdorf, Vohwinkel se unieron y adoptaron el nombre de Wuppertal rememorando el nombre del río que pasa por todos ellos.
La atracción más conocida es el tren colgante que circula en forma de transporte público en un recorrido de más de 13 kilómetros desde 1901. Su construcción comenzó en 1898 y se terminó en 1903. El tren circula a una altura entre 8 y 10 metros y, a tramos, circula entre edificios paralelos por encima de la carretera o por encima del río Wupper. Es una experiencia singular hacer un viaje de ida y vuelta. Tiene 20 paradas y desde la primera parada a la última se tardan 30 minutos.
El tren circula cada tres minutos los días de semana, es muy silencioso y los que tengan vértigo solo tienen que ver los raíles y motores de los dos vagones colgantes en cualquier estación para perder el miedo.
La idea de construir un tren colgante cuajó a finales del siglo XIX debido a que la industria de telares de la zona había experimentado un auge inusitado lo que provocó la triplicación de la población que vivía en la zona. Al no poder construir un metro que uniese las dos ciudades de los extremos del valle por ser este muy angosto, se tuvo la idea de construir un tren colgante que circulase, a tramos, por encima del río Wupper y también encima de la carretera. Con esta idea, se descongestionó en tráfico de personas para dar vía libre al tráfico de mercancías por la carretera.
Es casi imposible desanclar los vagones. En toda su historia de más de 120 años, el tren ha tenido dos accidentes, uno cuando transportaron un elefante del zoológico a otra estación y este saltó al río Wupper quedando ileso y en 1999 cuando dos vagones se desanclaron y cayeron al río Wupper. Un viaje en el tren colgante es una experiencia visual singular debido al paisaje montañoso de laderas empinadas. No se lo puede perder.
Las cervecerías de Dortmund
La ciudad de Dortmund tiene unos 600.000 habitantes y es la novena ciudad más grande de Alemania. Es una ciudad sin centro histórico digno de mención donde la mayoría de los edificios fueron construidos después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Se dice que cayeron 22.000 toneladas de bombas en más de cien ataques aéreos que destruyeron el 95% del casco histórico de Dortmund. La aviación británica destruyó Dortmund porque en las fábricas de Hoesch producían piezas que después se montarían en los tanques de la Wehrmacht. Había miles de trabajadores haciendo trabajos forzados.
A pesar de no poseer un casco histórico pictórico, se encuentra en una zona estratégica que comunica a diferentes ciudades de la cuenca del Ruhr. Está atravesado por el río Ruhr y el río Emscher y tiene puerto fluvial por ser el inicio del canal Dortmund-Ems de 220 kilómetros de longitud. Al ser muchos ríos alemanes navegables, suponen un factor económico de primer orden debido a que el transporte de mercancías por barco es mucho más barato que el transporte por tren o carretera.
Las cervecerías de Dortmund son legendarias, aunque la ciudad cervecera por excelencia de Alemania sea Bamberg. Algunas cervecerías ofrecen visitas guiadas con degustación de cervezas. Es un reto para el paladar probar diferentes calidades y sabores dependiendo de la materia prima y de la cantidad de lúpulo que se le añade. La marca Kronen está vinculada a Dortmund desde hace casi 600 años, en concreto desde 1430. El Museo de la Cervecería está abierto al público y la entrada es gratuita.
Para los aficionados al fútbol, está el equipo de la primera liga Borussia Dortmund.