El Gobierno ha logrado imponer en gran parte de la sociedad la idea de que las empresas y también todo lo financiero son algo perverso. De ricos. Algo que hay que exterminar o expropiar. No sólo se permite atacar con nombres y apellidos a nuestros principales empresarios o ejecutivos (Galán, Botín, Roig, Del Pino…), sino que ha puesto todas las trabas a los mercados de capitales. ¿El resultado? No hay salidas a Bolsa importantes. Las empresas se marchan o prefieren debutar en otros mercados. La negociación en el mercado español se hunde. En definitiva: los mercados están perdiendo su función, que es financiar la economía y generar patrimonio financiero para los inversores. Los mercados de capitales son el aceite que engrasa una economía.
Por citarlo rápidamente, el Ejecutivo impuso la tasa a las transacciones financieras, que entró en vigor en 2021. ¿Saben cómo acabó ese ejercicio en cifra de negocio en la Bolsa? Con una caída del 11%: de 429.000 millones de euros intermediados el año anterior, a 378.000. Y en 2022, otro 4% abajo: hasta 362.000 millones. Lo pueden ver en este interesante informe de Bolsas y Mercados.
Ese mismo año 21 iba a salir a Bolsa una de las perlas de España: AllFunds Bank, una plataforma financiera, 100% española; tecnológica, y que goza de una situación casi monopolística. Una perita en dulce, valorada en más de 7.000 millones de euros, lo que le daba vía directa al Ibex. Acabó haciéndolo en Holanda. Cepsa lleva tiempo intentando salir al mercado. En 2018, decía que iba a hacer la mayor colocación del siglo. Aun la estamos esperando.
Otra industria fuera
Leo en Expansión que H2B2, una empresa de los ex Abengoa, dedicada al hidrógeno saldrá a Bolsa… en el Nasdaq, en EE UU. Una firma industrial, renovable y tecnológica, justo lo que hace falta en nuestro país. Pues otra más fuera. Unos años antes lo ha hecho Wallbox, firma nacida en Barcelona y que seguramente fabrica las mejores baterías de recarga del mundo, en el Nyse. Lo mismo vale para Flywire, la empresa que fundó Íker Marcaide, que negocia en el Nasdaq.
No olvidemos que Ferrovial se fue no sólo por la inseguridad jurídica, sino por la necesidad de un mercado más profundo. E insisto: hay más empresas que tienen sobre la mesa dicha posibilidad. Ojalá no haya más sorpresas desagradables en este sentido, pero ya hemos dicho que el plan de salida lo tienen estudiado muchas y sólo tienen que darle al botón, se ponga Moncloa como se ponga.
Ojalá que lo de Cepsa llegue pronto, sería una gran señal, pero ahora mismo el mercado no tiene gran interés tomador. No tiene mandíbulas. No hay alicientes de ningún tipo: ni expectativas buenas de la economía, ni condiciones especialmente atractivas para acceder al mercado por parte de la administración.
Brokers desesperados
Veo el cierre de la Bolsa de esta jornada. El valor que más dinero ha movido es BBVA: 88 millones de euros. Un 0,2% de su capital, aproximadamente. ¿Eso son cifras de un blue chip? Sólo 12 valores superan los 20 millones de euros. Y 37 valores del Continuo mueven menos de 100.000 euros. ¡¡100.000 euros!! Cualquier ciudadano común podría mover esas cotizaciones con una única orden de compra.
Me contaba esta semana un gestor con quien tengo relación de muchos años que “todos los días recibo llamadas de brokers desesperados, intentando colocar paquetes de acciones, pero el mercado no traga. Las cifras de negocio son dignas de un mes de agosto”.
Lo dramático es que mucha gente leerá esto y dirá “que se jodan”, pensando que los mercados de capitales son una cosa de ricos y especuladores. Ignorando que son un instrumento óptimo para financiar a la economía y los estados. Que sí, seguramente Blackrock o Fidelity son unos tal y cual, pero al final, ¿quiénes son sus clientes? Planes de pensiones, por ejemplo. ¿Y quiénes están detrás de los planes de pensiones? Trabajadores. Ahorradores. Gente normal. Jubilados. Incluso puede que parados.
El falso mito de las sicav
Las sicav, por ejemplo, fueron un vehículo estupendo para que el dinero procedente de grandes operaciones (salidas a Bolsa de Inditex, Ferrovial; la mismísima Prisa, la venta del paquete de FCC de Alicia a Esther Koplowitz, la venta del paquete de Vía Digital de Zeta a Telefónica y un largo etcétera) se quedara en España, invertido en esos instrumentos, que no eran otra cosa que fondos de inversión a medida, con los mismos ‘privilegios’ que cualquier otro fondo de inversión.
Entre otras cosas, comprando deuda pública, es decir, financiando al Estado. Y el único privilegio con el que contaban, que era su carácter cerrado, se abolió: se les impuso cotizar en Bolsa y estar disponible para todos los inversores a partir de una participación.
Los ricos no evitaban los impuestos con las sicav. Ese es el primer mito falso. Pero, además, cualquiera podía colocar su dinero en la sicav de Amancio Ortega o Esther Koplowitz. Algo parecido a quienes critican a Ortega por el dineral que gana en dividendos. Pues que compren acciones de Inditex y participen de ese dividendo.
Recuerdo que, en su día, Inverco, la patronal de fondos de inversión, hacía documentos indicando cuántos impuestos pagaban y cuánta deuda pública y renta fija privada compraban las sicav. Dio igual, bastaba un debate en La Sexta cualquier sábado por la noche para que de nuevo saltara el bulo de que eran vehículos de evasión fiscal.
Heridos de muerte
Los planes de pensiones, también grandes financiadores de la economía, están muertos, por el capricho político de Calviño, Escrivá y el impulso de sus socios podemitas. Una medida de una estulticia enorme. Si quieren potenciar los mecanismos del segundo pilar, (los planes de empleo), con facilidades para lanzar un plan público al que podrían adherirse las pymes (lo cual es discutible, pero de acuerdo, todo lo que sea impulsar, bueno es), ¿por qué hay que prohibir de facto las aportaciones a planes privados?
De 38 países rankeados por la OCDE, somos el 25 en ahorro en estos instrumentos de previsión, en porcentaje de PIB. Patético. Está prohibido aportar más de 1.500 euros al año y ya hace dos que han comenzado los rescates masivos, por lo que, en este bienio, el sistema ha adelgazado más de 4.000 millones. Están heridos de muerte, si no hay un cambio. Y repito: habrá gente que aplaudirá.
Resumiendo: No iba a pasar nada con la tasa Tobin. Pues tenemos caída de los volúmenes de negociación de la Bolsa y colocaciones en otros mercados.
No iba a pasar nada con los planes de pensiones: están decreciendo a marchas forzadas, porque se ha prohibido que entre más dinero.
Las sicav han sido liquidadas y, además, un impuesto a las grandes fortunas, a la banca y las eléctricas.
¿Se ha logrado algo bueno a cambio? NADA.
El capitalismo popular
Para que este país crezca de verdad y eso se traduzca en salarios de calidad, no las migajas que suponen las subidas del Salario Mínimo Interprofesional, que atentan directamente contra la creación de empleo, es preciso que los mercados de capitales funcionen. Que ardan. Y con ello, que estalle el crecimiento. Necesitamos de nuevo el capitalismo popular, es decir, la sociedad interesada y preocupada por su patrimonio financiero. Por su ahorro.
Ganas hay, desde luego, y a las colas en el Banco de España por las Letras del Tesoro me remito. Pero eso es muy cutre. Qué bueno sería volver al escenario de finales de los 90, con aquellas privatizaciones que pusieron a España en órbita.
Fueron colocaciones bursátiles como nunca se habían visto. Todo el mundo pudo comprar Argentarias, Endesas, Repsoles, Telefónicas… a partir de 10.000 pesetas. 60 euros. Todas salieron de maravilla. Impulsaron, a su vez, a los fondos de inversión. Inflaron la Bolsa de ahorro financiero de las familias. Empezaron a salir empresas al mercado como locas que ¿saben qué hicieron? Entre otras cosas, contratar gente, casi a destajo. Con puestos de trabajo de valor añadido, no camareros o albañiles. Por buenos sueldos. El país se puso como una moto. Creamos dos de cada tres empleos en Europa. Entramos en el Euro por la puerta grande.
Eliminar las trabas a los planes de pensiones
¿No hay nadie que añore eso? Es urgente dinamizar la economía y, aparte de un modelo fiscal que permita la vuelta al crecimiento real, necesitamos unos mercados financieros que ‘traguen’. Que inviten a los emisores a financiarse en ellos, no fuera de España. Que atraigan al inversor minoritario y al institucional.
Sí, se cometieron excesos, sin duda. Y por eso, también sería bueno avanzar en modelos de mercados financieros, más ligados a subyacentes y economía real y mucho menos a instrumentos híbridos. Eso, fuera del entorno regulado. Quien quiera ir al casino, que vaya; quien quiera invertir, que lo haga en economía real, en unos mercados con oferta y profundidad.
El Gobierno tiene que tener claro que, aunque nuestros Ibex ganan más dinero ‘fuera’, es importantísimo que sigan ‘aquí’. Pero tienen que ponerles las cosas fáciles. Eso pasa por no insultarles, para empezar.
Hay que eliminar las trabas a los planes de pensiones y, de hecho, convertirlos en instrumentos libres de impuestos en el momento del rescate. Es dinero del trabajador, ya retenido en su día. Bajar la fiscalidad a la inversión privada. Dar todo tipo de facilidades administrativas a los gestores para que puedan rebajar sus comisiones al cliente. Los costes repercutidos a fondos y pensiones son muy altos. Pero las gestoras se quejan de que sólo su relación con el regulador les cuesta un dineral en abogados y auditores de primer nivel, que no tienen la menor repercusión en negocio. Al final, eso lo paga el cliente. Al regulador le da igual. No puede ser.
Reivindiquemos unos mercados más ágiles, menos fiscalizados y más democráticos, para construir un país mejor.