Según el estudio De hombres adultos a niñas adolescentes realizado por Feministas de Catalunya, que muestra con datos contundentes los cambios, tendencias e interrogantes sobre la población atendida por el Servei Trànsit desde 2012 hasta 2020. El estudio destripa la razón por la que ha crecido el número de menores, en su mayoría chicas, que deciden ser trans.
Un SOS con los y las menores, pero en especial con las niñas. “Mientras que en los años iniciales el Servei Trànsit iba principalmente dirigido a hombres adultos, en los últimos años los menores de edad y, en concreto, las chicas preadolescentes y adolescentes son uno de los principales grupos demográficos de población atendida. Se está produciendo un aumento sostenido de los casos de disforia de género. Las personas que acuden a Trànsit son cada vez más jóvenes y cada vez más de sexo femenino”, tal y como cuenta desde la organización feminista la antropóloga y escritora Silvia Carrasco.
Máxima luz frente a la mayor de las opacidades. Eso es lo que pretende encender el que es “el documento más completo que se ha publicado hasta ahora respecto al número de personas atendidas por este servicio, sus características y su evolución temporal”, explica Silvia Carrasco, también coautora de La coeducación secuestrada.
El Servei Trànsit es la unidad del Institut Català de la Salut (ICS) especializada en disforia de género, que comenzó a trabajar en 2012 en Barcelona y que a partir de 2015 se extendió a las ciudades de la Región Sanitaria de Barcelona (RSB) y al resto del territorio: Tarragona (2018), Lleida (2019), Cataluña Central y Girona (2021). El trastorno de disforia de género es un malestar profundo (disforia) con el propio cuerpo y sus características sexuales y un deseo profundo de ser del otro sexo. Su descripción a través de criterios diagnósticos se encuentra en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5 (2013), publicado por la American Psychiatric Association (2014). En la Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-11 de la Organización Mundial de la Salud (2019), “disforia” se ha sustituido por “incongruencia” de género.
Sí, este es el dato más preocupante de todos, porque el aumento es exponencial entre la población menor atendida pero aún más escandaloso en los casos de las niñas preadolescentes y adolescentes que han crecido un 5700% entre 2015 y 2021. Las leyes trans nos impiden preguntarnos por qué, qué es lo que les está pasando. Es un escándalo que la sociedad y las autoridades no se inmuten.
Lo que se pone sobre la mesa
Así las cosas, el informe de Feministas de Catalunya muestra cómo mientras que, en los primeros años, el Servei Trànsit atendió principalmente “a hombres mayores de 30 años y ningún menor de edad, en los últimos años el patrón de edad y sexo se ha invertido. También constatan que hay un patrón de edad persistente y claramente diferenciado entre mujeres y hombres: mientras que la mayoría de las mujeres atendidas son chicas preadolescentes y adolescentes, en los hombres predominan los grupos de más edad, a pesar de que también hay más niños que niñas entre los casos en edad infantil», recalca Carrasco.
El informe que dicha profesora universitaria denuncia en esta entrevista con Crónica Libre, “aunque apenas ha tenido difusión en los medios de comunicación, ha causado sin embargo más impacto del que parece. Cada son más personas en diferentes puestos y perfiles que lo han leído y recomendado, y que se lo están tomando en serio, pero no saben qué hacer con la información objetiva que aporta y los interrogantes que despierta. Es muy relevante, porque contradice totalmente la ideología política que defiende este modelo afirmativo que se ha impuesto en la mayoría las Comunidades Autónomas y que ahora quiere consolidarse con la Ley Trans”.
Según Carrasco que cada vez baje más la edad de las y los menores atendidos en dicha unidad significa además de ser “una imprudencia temeraria”, responde únicamente al interés que tiene el lobbie farmacéutico y de cirugía estética. “Se induce y se promueve desde los medios y las escuelas amparados por las leyes, y que se deriva desde la propia sanidad, desde pediatría y salud mental infantil y juvenil, a las unidades de identidad de género. No hay otra explicación. Tiene una parte de efecto moda”.
Una ligereza que dicha feminista considera “imperdonable” porque retrotrae a lo que ya sucedió en 2018 en países como Reino Unido cuando con un informe parecido al de estas feministas se alertó y denunció de cómo el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS) estaba causando pacientes de por vida al afirmar con tratamientos médicos sin vuelta atrás en lugar de ir al origen de esa elevada y repentina disforia de género.
Tanto fue así que, en septiembre de 2018, la que era entonces ministra de Igualdad del Reino Unido, Penny Mordaunt, después de revelarse que los casos de disforia de género se habían incrementado más de un 4.000% en menos de una década, encargó una investigación para conocer por qué tantas niñas solicitaban al Servicio Nacional de Salud (National Health Service) un tratamiento de “transición de género”. A este paso al frente para denunciar la situación se sumó la victoria en los tribunales de la joven Keira Bell en diciembre de 2020, quien denunció a las autoridades sanitarias y a la Clínica Tavistock-Portman por no haberse ocupado adecuadamente de su salud mental y haberla inducido rápidamente a la hormonación y a la amputación de los pechos. Además, en 2022 más de 1.000 familias británicas con menores afectadas se han unido para denunciar a la Clínica Tavistock-Portman por negligencia médica. “Estas y otras noticias han contribuido a que se revisen los tratamientos basados en el modelo afirmativo que se siguen en otros países y que no cuestionan en ningún momento la autoidentificación del o la menor como “trans”.
La prioridad: los datos fiables
Así las cosas, la motivación de Feminista de Catalunya por realizar este estudio surge de constatar “la falta de información sobre el fenómeno en Cataluña para entender hasta qué punto y de qué manera las tendencias de otros entornos estaban afectando a niñas y mujeres de aquí. Es por esto por lo que disponer de datos fiables y conocer las tendencias concretas sobre la disforia de género y todo el conjunto de factores que se le asocian era una prioridad para nosotras”.
Una recopilación de datos que no les ha sido nada fácil. “Hemos tardado meses en tener los datos solicitados. Hicieron una primera entrega inservible, no se podía cruzar nada, no estaban todos los años, etc., y tuvimos que ir a mediación, una instancia democrática que debe garantizar el acceso a la información pública, que nos dio la razón. Pero incluso así no nos han facilitado datos sobre tratamientos por edad, sexo y año, y no sabemos nada de sanidad privada y pediatría. Por eso insistimos en que nuestros datos son conservadores, la realidad es mucho peor. En España hay muy poca tradición de registro y publicación de datos de la administración, la falta de transparencia es una queja clásica entre investigadores. Y esto puede ser peor incluso que las reticencias políticas”, recalca Silvia Carrasco.
En el estudio denunciáis que el Servei Trànsit ha dejado de registrar el sexo de la persona atendida.
Es una consecuencia directa, gravísima, de las leyes trans y la ideología que promueven: simplemente no se puede conocer el alcance de un fenómeno porque no registran la realidad del sexo para tratar médicamente a una persona ¡incluso en actos médicos directamente relacionados con él! Mientras que hasta 2017 se conoce el sexo de todas las personas atendidas, en los últimos tres años aparecen y aumentan significativamente los casos en los que el sexo de la persona atendida no se registra, que llegan a ser el 5,5% de los casos nuevos en 2020. Esta es una tendencia preocupante ya que, para intervenir en una realidad, primero es necesario disponer de información objetiva para conocerla, y el registro estadístico de datos es fundamental para tal efecto. Por ejemplo, se podría dar el caso de que el aumento del porcentaje de mujeres atendidas quedase camuflado por un aumento de casos en los que el sexo no fue registrado.
Además, en la recogida de datos denunciáis que solo se toma nota de la cantidad de menores que acuden, pero no de la historia que hay detrás. En el caso de las niñas y jóvenes no se tiene en cuenta la vulnerabilidad psicosocial y los abusos sexuales. ¿Esto es denunciable?
En realidad, no sabemos qué se recoge, sabemos lo que nos han dado, que es del todo incompleto, por eso tan importante como lo que hemos podido reconstruir son las preguntas que formulamos ante los datos y su falta de calidad. Nuestras preguntas surgen cuando hay dudas más que razonables de negligencia médica al no investigar bien los perfiles, las comorbilidades y, definitiva, las causas de este aumento de casos de disforia de género.
Los datos proporcionados por el Departament de Salut no contienen información sobre la existencia de otros trastornos de la salud mental en las personas atendidas por el Servei Trànsit, a pesar de que la disforia de género se asocia a una comorbilidad con Trastornos del Espectro Autista, entre otros, especialmente entre niños y niñas, adolescentes y jóvenes. Tampoco aportan información sobre otras situaciones de vulnerabilidad psicosocial derivadas de fenómenos asociados con la disforia de género, y que tienen una incidencia más alta entre menores en general, y entre chicas adolescentes en particular, como haber sido víctima de abusos sexuales. Estos indicios resultan lo suficientemente relevantes como para incluir categorías que complementen la base de datos del Servei Trànsit. Solo así será posible indagar adecuadamente en las causas que puede haber detrás de la creciente incidencia de la disforia de género entre grupos de edad más jóvenes, especialmente entre las adolescentes, en Cataluña.
Otra de las conclusiones es que el tratamiento hormonal en menores gana por goleada.
De la triangulación de nuestros datos esto es lo que se desprende. De hecho, el propio Servei Trànsit lo consignó en un informe suyo de 2016 en el que decía que el 87% de los casos salían de las primeras visitas con la receta de las hormonas. Además, esto lo estamos corroborando en nuestro trabajo cualitativo. Si bien los datos no nos indican el número de personas que están recibiendo tratamientos hormonales sí que sabemos que un número bajo de casos están vinculados a operaciones quirúrgicas (unos 30 anuales). Esta circunstancia y también la información recogida en otras fuentes apunta a que la amplia mayoría (como mínimo un 78,6%) de las personas atendidas documentadas en este informe, incluyendo las de edad adolescente, estarían recibiendo tratamiento hormonal.
Os preocupa también la prescripción de bloqueadores de la pubertad de forma ordinaria en las consultas pediátricas.
Exacto, y aun es mayor la opacidad. Es decir, en estos momentos no sabemos cuál es el alcance del número de menores sanos, niños y niñas, a quienes se está impidiendo el desarrollo normal de su cuerpo a base de administrarles bloqueadores de la pubertad. Es una barbaridad sobre la que también se miente, diciendo que son procesos inocuos y completamente reversibles. Si es así, ¿por qué los han prohibido en países como Suecia, Reino Unido o Finlandia, a la luz de su más que dañino impacto?
El número de operaciones estéticas se ha multiplicado con el tiempo y también que sean sufragadas públicamente en su totalidad. Vaginoplastias, mastectomías y glotoplastias. ¿Qué seguimiento se hace de las mismas y de las consecuencias en la salud?
Esto solo es la punta del iceberg. Tanto en España como en otros países de nuestro entorno se han disparado las operaciones de modificación del cuerpo, se ha convertido en una verdadera industria lo que se llama “la cirugía de reasignación de sexo”, una falacia, porque el sexo no se puede reasignar. Hay muchos más tipos de operaciones, pero los datos son fragmentarios y la opacidad alrededor de ellas es muy importante, porque se presentan falsamente como algo deseable, inocuo y sin complicaciones.
El tipo de operaciones quirúrgicas realizadas son varias, aunque el Departament de Salut solo ha facilitado información sobre tres: vaginoplastia (extirpación de los músculos del pene e inversión de la piel por dentro de la cavidad pélvica en pacientes de sexo masculino; la mastectomía(ablación quirúrgica de la mama en pacientes de sexo femenino) y la glotoplastia (reducción de la longitud de las cuerdas vocales y de la masa de músculo vocal para conseguir una laringe más pequeña y tensionada, feminizando el tono de voz en pacientes del sexo masculino).
La evolución del número de operaciones quirúrgicas realizadas está condicionada por la capacidad hospitalaria y el presupuesto público destinado a sufragar los costes (completamente cubiertos por el Sistema Català de la Salut desde el 2018). Hasta el año 2018, el único centro que realizaba este tipo de operaciones era el Hospital Clínic de Barcelona, a través de su Unitat d’Identitat de Gènere (UIG), que solamente tenía capacidad para treinta operaciones al año; 15 vaginoplastias y 15 mastectomías. Actualmente, hay tres centros en Cataluña que realizan operaciones de este tipo ya que, desde el 2019 los centros Can Ruti (Hospital Germans Tries i Pujol de Badalona) y el Hospital Universitari de Bellvitge de l’Hospitalet del Llobregat también las llevan a cabo.
Del 2017 al 2021 (ambos incluidos) se han llevado a cabo 236 operaciones quirúrgicas, de las cuales un 59,3% eran vaginoplastias (140), un 32,2% eran mastectomías (76) y un 8,5% eran glotoplastias (20). El número total de operaciones quirúrgicas ha ido aumentando a lo largo del tiempo, multiplicándose por 2,5 desde el 2017 (cuando se realizaron 30 operaciones) hasta el 2021 (cuando se realizaron 76). Mientras que el número de mastectomías se ha mantenido estable (se han practicado unas 15 cada año), el número de vaginoplastias se ha triplicado del 2017 al 2021 (de 15 a 47). Y mientras que no se registran glotoplastias del 2017 al 2019, en 2020 se hicieron 6, y en 2021, 14. Del total de operaciones quirúrgicas, un 67,8% se han practicado en hombres y un 32,2% en mujeres.
¿Qué hay de quienes se hayan arrepentido de dar el paso?
En este caso la información es absolutamente inexistente, esperamos que otras investigaciones en curso arrojen algo de luz sobre ello en breve, porque son la clave de todo esto.
¿La conclusión es que vuestro informe es solo la punta del iceberg de lo que sucede en Cataluña y que es también extrapolable al resto del país?
Los datos proporcionados por el Departament de Salut no representan el total de las personas atendidas en relación con la disforia de género, sino solamente aquellas que pasan por el circuito del Servei Trànsit. Aun así, las cifras recogidas en otros informes, así como el hecho de que haya casos atendidos en otros circuitos de atención médica (como el pediátrico o el privado), hace pensar que el número real de personas atendidas por disforia de género es bastante superior. Por lo tanto, el presente informe es una estimación conservadora de la realidad del fenómeno.
La motivación principal que ha guiado la elaboración de este informe ha sido la preocupación ante los indicios de crecimiento de los casos de disforia de género y los debates que han ido cuestionando el modelo afirmativo de tratamiento en países como Reino Unido, Suecia y Finlandia, entre otros. Este informe es solo lo que pasa en Cataluña, si sumemos el resto de Comunidades autónomas la realidad es más que preocupante.