Hace cuarenta días que desapareció Josep Catalá en Sort (Lleida). Salió hacia la consulta del médico para ir a buscar el alta después de unas semanas de baja. Iba en su coche cogió el móvil pero dejó la cartera y las llaves de casa. Eran las nueve de la mañana del 25 de octubre. Durante una semana efectivos de los Mossos d’Escuadra, bomberos, Guardia Civil, equipos de buceo, tres helicópteros, drones y perros, además de patrullas de voluntarios y amigos lo estuvieron buscando intensamente. No encontraron ni rastro de Josep y lo que es más llamativo ni del 4×4 que llevaba. El entorno de este hombre, de 59 años, ha lanzado un vídeo para informar a los excursionistas que acudan a la zona del Pirineo leridano durante este largo puente para que estén atentos a cualquier pista.
Inma Muro.
Lo último que se sabe de Josep Catala, 59 años, fue la imagen que captó la cámara de un hotel cercano a su domicilio, grabó pasar el automóvil a unos metros de su domicilio en Sort, conocido pueblo del Pirineo leridano por su administración de lotería. En ninguna otra cámara del municipio ni de carreteras colindantes quedó registrado el paso del vehículo o de su conductor. Dos vecinos de la zona, una comarca en la que todo el mundo se conoce, lo vieron enfilando hacia una pista forestal, antigua pista de esquí. Después, literalmente, “la alta montaña parece que se lo haya tragado, como dice Baldo Farré, alcalde de la localidad, a Crónica Libre.
La triangulación del móvil, que seguía dando llamada varias horas después de la desaparición, dan su última ubicación en un paraje montañoso la comarca del Pallars Sobirà. “Estuvimos buscando en un radio de unos 30 kilómetros a partir de donde se captó la última señal de su teléfono. No encontramos ningún indicio”, explica Roger Solanes, cuñado de Josep y bombero voluntario que ha participado en expediciones para rescatar a personas extraviadas en el monte. Nunca ha sido tan difícil como ahora, por la vinculación personal, por supuesto, y también por la ausencia total de resultados. “Cuando hemos salido a buscar eran personas que habían ido a andar o a buscar setas, en este caso lo que buscamos es a un hombre y a un coche de cinco metros de largo”, recalca.
Los alcalde de Sort y Rialp (municipio próximo) explican el impacto que ha tenido en el pueblo y en toda la comarca del Pallars la desaparición de uno de sus vecinos. “En una gran urbe, a no ser que sea un menor, solo se enteran los más allegados. En un lugar como este, donde en toda la zona viven 7.000 personas repartidas en 14 pueblos, al final todo el mundo se conoce o conoce a alguien de la familia, esto ha sido muy traumático para todo el vecindario. Obviamente, más para la familia, pero a todos nos deja tocados. Josep es de una familia de toda la vida de la zona y toda la familia se conoce y se trata”, expone Baldo Farré.
Un punto en el que coincide el alcalde de Rialp, Gerard Sabarich (640 habitantes). “Aquí –explica a Crónica Libre– convivimos a diario con familia y amigos y ver que pasan los días y que no tenemos ningún indicio es duro. Josep es un hombre con una vida normal, con familia, tiene arraigo no es un solitario ni tiene un perfil problemático”. Todos coinciden en señalar la falta de señales que hiciesen suponer una desaparición voluntaria pero también apuntan a que, nunca se sabe lo que puede pasar por la cabeza de una persona.
Implicación política
La búsqueda de Catalá tiene muchos factores que la hacen especial, una de ellos es la gran participación de recursos para el dispositivo de rastreo, respuesta a los esfuerzos del entorno del desaparecido, que han llamado a todas las puertas para que no cesase la búsqueda. Y por la presión política, como subraya el alcalde de Sort. “Se ha hecho un muy buen trabajo político para hacer ver la realidad de nuestro territorio, tan amplio y con una orografía tan difícil que hace necesario que se dotase de más medios”.
Además, dio la casualidad que el conceller del Territori, Juli Fernàndez, tenía una presentación con los alcaldes de Sort y de Rialp dos días después de la desaparición. “Esto hizo que se involucrara y llamase al Conseller de Interior”, añade Farré. El eco del caso llegó incluso al Gobierno de España. La ministra de Defensa, Margarita Robles, llamó al alcalde de Sort para interesarse por la marcha de la búsqueda. Y este mismo lunes 5 de diciembre va a haber una reunión con delegado de Gobierno, autoridades de la Generalitat y municipales para abordar el tema.
Durante el año 2021 se interpusieron un total de 22.285 denuncias por desaparición, de las cuales un 66% corresponden a menores de edad, según el recoge el Centro Nacional de Desparecidos, dependiente del Ministerio del Interior. La gran mayoría del total de denuncias interpuestas desde que comenzó a funcionar el Sistema de Personas Desaparecidas y Restos Humanos (PDyRH) en el año 2010) han sido resueltas. “Concretamente, se han cesado un total de 230.251 de las 243.768 denuncias interpuestas, lo que supone casi un 95%”, como recogen las últimas estadísticas publicadas.
Buen conocedor del monte
Con la llegada de las primeras nieves la búsqueda va a complicarse. En una zona de montaña, en los Pirineos, cada hora que se va adentrando el invierno hace más complicado los avances. En estas seis semanas, todas las hipótesis han pasado por la cabeza de la familia, incluso las que menos quieren confesar. “No sabemos lo que ha pasado, cada día nos rompemos la cabeza pensando nuevas posibilidades, recordando un lugar concreto que haya podido ir. Llega un momento que todo es tan familiar que ya ni ves después de haber pasado tantas veces por el mismo lugar. Por eso nos vendría bien que se unieran nuevos equipos. Este es un caso que roza ya lo paranormal”, apunta Roger Solanes, dejando traslucir la desesperación lógica de la familia.
Las únicas tres posibilidades que según los allegados quedan tras cuarenta días de la desaparición es que detrás haya una desaparición voluntaria, premeditada. O que haya querido ‘marcharse para no volver’, comentan para no pronunciar la palabra suicidio o que haya tenido un accidente con tan mala suerte que cayese en un lugar inaccesible. “No hay más”, declaran. Josep trabajaba como caminero llevando madera, y antes en una empresa maderera, así que conocer bien el monte, lo suficiente como para no extraviarse pero también para lograr no ser encontrado. “Lo único que se me ocurre es que haya querido esconder en un agujero que solo él conociera”, concluye su cuñado. De momento, la incógnita sigue abierta y cada día que pasa el invierno pirenaico gana terreno y dificulta la localización.