Hay historias que lejos del romanticismo y de los lacitos rosas y azules de los anuncios de las clínicas de reproducción muestran la verdad y la estafa que hay detrás del negocio de la explotación reproductiva. Una realidad que no sale en los medios porque de hacerse acabaría con el chollo del negocio basado en el altruismo y el consentimiento de las mujeres con el que se envuelve la venta de óvulos de nuestro país. Esta es la historia de las dos protagonistas de esta entrevista.
Esther López da un paso al frente por una razón: la memoria de su amiga Sara Martínez (nombres ficticios). Ambas, empujadas por la precariedad y un sistema que se olvida de las madres que crían solas, creyeron que no había riesgos en lo que hacían y fueron a donar óvulos a la Clínica IVI entonces situada en la calle madrileña Santiago de Compostela. Fue el principio del fin.
¿Por qué os planteáis la ovodonación? ¿Fue un anuncio? ¿Necesitáis el dinero? ¿Fue por altruismo?
Yo era madre independiente y hacía poco que había conseguido salir de casa de mis padres, pero con mi sueldo no llegaba, cerca de mi trabajo estaba la clínica IVI y muchas veces venían a repartir propaganda, sobre todo dirigida a las mujeres. Como estábamos un poco en precario, una amiga y yo decidimos “donar” con el falso convencimiento de que íbamos a ayudar a otras mujeres, sin cuestionar si tener hijos es un derecho y hasta qué punto puedes cercenar la salud de otros. Pero en ese momento nos hacía falta, mucha falta, y no queríamos seguir dependiendo de familiares, y allí que fuimos, dos chicas altas, una rubia y otra morena, enseguida nos dijeron que sí, que adelante, que había muchas parejas en lista de espera y que había mujeres que coincidían con nuestro aspecto físico esperando por nuestros óvulos. Estoy hablando del año 2006 y por aquella época no se sabía mucho de esto.
¿Cómo se inicia el proceso?
El primer día ya, cuando firmas, sin haberte pagado nada, empiezan a hacerte mil preguntas sobre la salud de tus familiares hasta donde conozcas, a responder cuestionarios, te pesan, te miden, y ya te dan pautas para empezar con el proceso según tu ciclo menstrual.
¿Cuánto duró el proceso de hormonación? ¿Tuviste muchos efectos secundarios?
En nuestro caso, íbamos a la clínica durante 15 días para pincharnos y lo hacían en los brazos. Yo aprovechaba de la que iba a trabajar, que entraba de tarde, y claro, los efectos secundarios eran terribles, la hinchazón, dolores en los brazos, te costaba mantener la concentración, te dicen que no tengas relaciones sexuales, porque, claro, si te quedas embarazada te quedas sin dinero…
Y llega el día de la extracción…
Te duermen completamente, no sabes lo qué pasa ni cuántos óvulos te han extraído, pero yo era bastante fecunda por lo que me puedo imaginar, y ahí empieza todo, bultos en los pechos, mastitis, parecía que tenía los pulmones encharcados porque no me daba para respirar profundamente de esa presión que sentía constantemente en el pecho. Me empezó a doler la regla, a mí en la vida me había dolido, y había días que no me podía levantar de la cama, y esto ya fue para siempre después de la donación, no se pasó.
Los pechos se me ponían como si estuviera embarazada, a veces los días antes del ciclo, pero otras veces estaban así meses. Yo siempre he tenido poco pecho y tuve que comprarme sostenes de otro tipo, porque con los deportivos nada.
¿Te planteaste volver a donar?
Sí, al cabo de varios años, ya había naturalizado mis problemas con los pechos y los ciclos, y la precariedad es lo que tiene. Yo no relacionaba mis problemas con la donación, pero cuando llamé ya tenía 35 años y ya no pudo ser. Durante esos años, me tuvieron que vaciar varias veces bultos, con el agobio que se pasa y escuchar comentarios como “cuidado que esta es muy flaca y le puedes atravesar un pulmón con la aguja”. Es todo muy oscuro, me dicen que me van a pinchar y yo, sí vale, pero por qué me salen bultos, Cuando se trata de nuestra salud parece que las mujeres somos tratadas como animales. De hecho, creo que hay animales que son tratados mejor que nosotras.
¿Y los problemas siguieron con los años?
Con 38 años empiezo a tener irregularidades severas con la regla, me hacen pruebas de todo tipo. Me diagnostican una menopausia precoz porque tengo un ovario totalmente “vacío”, seco y al otro le queda poco. Desde entonces han intentado ponerme hormonas y me he negado, hasta que hace tres años me encuentran dos miomas extrauterinos y acepto ponerme un implante para regular ciclos porque hay meses que sangro 25 días y paro cinco. Tengo mis pechos segregando jugos hormonales, descalcificaciones así que al final acepté ponerme un implante de estrógenos para regular ciclos y tratar dos miomas extrauterinos. Resulta que después de dos años, en lugar de dos miomas, tengo tres y son más grandes.
¿Tienes antecedentes familiares de estos problemas?
Mi madre tuvo cinco hijos y tuvo la menopausia con 43 años. Nunca tuvo problemas con los ciclos y casi no se enteró de la menopausia. Estoy convencida de que, si me hubiera creído el cuento de que ayudas a otras, cuando lo que haces es comerciar con tu cuerpo y tu salud, no hubiera tenido todos estos problemas.
¿Comentaste que habías donado óvulos en las consultas?
Lo comenté un par de veces y como el que oye llover. Yo misma tardé años en asociar mis problemas de salud con la hormonación. Cuando lo comentamos en la clínica nos decían que las molestias eran normales, que no pasaba nada.
Eres una superviviente, pero no fuiste sola a “donar”. De hecho, estás contando tu historia por tu amiga, que ya no puede contarla.
Así es, mi amiga murió con 37 años, por un cáncer ovárico con metástasis, que le llegaba casi hasta los pulmones, tras dos donaciones de óvulos. La primera con 32 años y la segunda con 34. Desde el primer momento, y esto no te lo suelen contar, tuvo dolores agudos en el vientre, mucha pesadez en el tracto superior, los brazos hinchados, somnolencia, muchos dolores de cabeza, pero claro, el padre de sus hijos no le pasaba la pensión de alimentos y nos pagaban 900 euros.
¿Qué le dijeron en la clínica cuando comentó las molestias que sentía?
Le dijeron que era normal, que ya se pasaría y no le hicieron ninguna prueba. Al cabo de un año mejoró y volvió a pensar en donar porque necesitaba el dinero, obviamente.
Y dos años después volvió a donar a la misma clínica IVI que entonces estaba situada en la madrileña calle Santiago de Compostela…
Sí, pero esta vez las secuelas no remitieron, yo le insistía en que se lo comentara al médico, para que la mandaran a ginecología. Lo increíble es que en ningún momento se plantean darte una baja por mal que te encuentres, porque “donar” es algo voluntario y ese descanso ya está contemplado en el dinero que te pagan. Cuando ya empieza a hacerse pruebas en ginecología, al principio piensan que es endometriosis, comentaba que había donado dos veces y nadie lo tenía en cuenta. Después de un año con ese diagnóstico, en la revisión le hacen una ecografía transvaginal y la ginecóloga, descubre que tiene el útero y los ovarios minados de células cancerígenas.La operaron de urgencia, le dieron quimio seis meses, pero en total duró nueve meses.
¿Nadie contempló que la ovodonación tuviera algo que ver?
No entiendo como nadie le hizo más análisis, supongo que al decir que había donado se desvirtúan todos los valores hormonales, sólo al final una de las cirujanas que la operó dijo que ese proceso lo había visto antes en otras donantes.
Cuando miras atrás, ¿qué piensas de todo este proceso?
Durante años no relacioné nuestros problemas de salud con la donación de óvulos, tardé mucho en darme cuenta, porque nunca le dieron importancia. Mi amiga murió con 37 años, sin que nadie asociara lo que le había pasado a la mierda de vida que tenemos las madres. Una de las cosas que más me duele es no saber nada de sus peques. Se fueron con su padre, el miserable que no pagaba la pensión.