María Grijelmo García (Burgos, 1964) considera imprescindible la formación, la adopción de medidas de discriminación positiva para que las profesionales del periodismo puedan acceder a los puestos de responsabilidad y una profunda reflexión de los medios de comunicación ante la ausencia de voces de mujeres en las noticias. Los titulares machistas para conseguir visitas en los digitales es una “actitud fácil para medios de poca calidad” y “una falta de respeto a las mujeres”, señala.
En su reciente libro Claves para un periodismo feminista (Fundamentos, 2023), esta experta periodista de larga trayectoria en planes de comunicación y organización estratégica está convencida de la necesidad de abordar el periodismo desde una perspectiva feminista para erradicar el sexismo del discurso informativo.
Su libro es un manual práctico para trabajar las noticias sin excluir a las mujeres porque “ante la resistencia titánica de los estereotipos machistas hay que contestar con la fuerza arrolladora de los datos”, asegura. Los días 3 y 4 de junio estará en la caseta número 95 de la Feria del Libro de Madrid.
-¿Cómo surge la idea de escribir este libro?
– Con la aproximación hacia el feminismo. Cuando empiezo a leer sobre feminismo, comienzo a entender y a asociarlo con mi profesión. Me encontré con una teoría muy potente y comprendí que no se puede hacer buen periodismo si no es feminista porque falta la mitad del relato de los de los acontecimientos. Cuando fui consciente de ello, me puse a buscar bibliografía sobre ello porque entendía que debería ser extensa y comprobé que no había tanta. Es cierto que sobre el tratamiento informativo de la violencia contra las mujeres sí localicé bastantes publicaciones pero yo considero que el feminismo tiene que tener un enfoque transversal en los medios de comunicación, tiene que abarcarlo todo. Aproveché el confinamiento provocado por la pandemia, confeccioné un guión con los aspectos que consideré más interesantes y el resultado es este libro.
-¿Sería un buen manual para el alumnado que estudia cualquier grado relacionado con los medios de comunicación y empieza a dar sus primeros pasos en el periodismo?
– Rotundamente, sí. Es uno de los públicos objetivos claros de este libro donde se presenta una gran diversidad de fuentes y datos para invitar, sobre todo, a la reflexión y sería muy recomendable incluirlo en las guías docentes de los grados universitarios de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Desde la Universidad, muchas profesoras y algún profesor, también han abordado en sus investigaciones el periodismo feminista por lo que considero que, desde la Academia, existe esta preocupación.
Estereotipos
-Dedica un amplio capítulo a los estereotipos. ¿Seguimos viviendo en una sociedad que los traslada, directamente, a los medios de comunicación?
–Si pensamos que los medios de comunicación no dejan de ser empresas inmersas en la sociedad en la que vivimos controladas por ciudadanas y ciudadanos que también están en ella, decir otra cosa sería, prácticamente, imposible. Por esta razón mi libro se inicia con una explicación del punto de partida del feminismo para contar cómo hemos llegado hasta donde nos encontramos en este momento, cuál es nuestra cultura y cómo se nos dibuja nuestra propia línea vital desde que nacemos mujeres u hombres. Si se entiende esto, como profesionales de la comunicación vamos a ser capaces de contar, con muchos más matices, lo que está ocurriendo.
-¿Se necesita voluntad y formación para ofrecer una perspectiva distinta de las noticias?
-Efectivamente. Si no hay un ejercicio de voluntad, de reflexión y de formación del propio periodista y, desde luego, de las empresas de comunicación para que se planteen esta necesidad, no salimos de la de la rueda en la que nos encontramos. Vivimos en una cultura patriarcal, bebemos de ella, crecemos y nos formamos con estos estereotipos. Y, si entramos en un medio de comunicación y contamos la realidad exactamente como nos la han contado a nosotros, no podremos avanzar. Es necesario visibilizar al 50% de la población.
-¿Los titulares machistas de algunos medios, se están utilizando como reclamo para el clickbait?
– Es, claramente, la actitud fácil de medios digitales de poca calidad aunque, en ocasiones también se ven en medios de prestigio y en prensa en papel. Hay mucha falta de respeto hacia las mujeres y la utilizan para objetivarnos y conseguir la atención de hombres. Es una forma de hacer periodismo muy poco profesional pero, claro, tiene un rendimiento.
Periodismo feminista
-¿Cómo podríamos definir el periodismo feminista?
-Es el trabajo de las y los profesionales de la información que deben salir al mundo, explicarnos lo que está pasando y reivindicar todo aquello que no vaya en línea con la defensa de los derechos humanos y, desde luego, la discriminación hacia las mujeres y la desigualdad por sexo contravienen los derechos humanos. Es construir un relato en el que esa desigualdad estructural esté presente y se la intente visualizar para poderla combatir.
-En este libro se incluye un capítulo sobre el lenguaje inclusivo. ¿Terminar algunas palabras con la letra e es lenguaje inclusivo?
– El movimiento feminista pensó que una palanca para ayudar a visualizar a las mujeres era forzar el lenguaje sin contravenir la norma, es decir, con fórmulas que nombren no sólo con el genérico masculino. Eso es lo que llamamos lenguaje inclusivo. Por ejemplo, no referirnos a los ciudadanos sino a la ciudadanía, aludir a la profesión en vez de hacerlo a los profesionales. Los cambios en el lenguaje siempre vienen desde abajo y no se pueden imponer desde arriba. Imponer una norma, generalmente, no funciona. Sí lo hace el uso. Esto ocurrió con presidente y presidenta y ahora, el uso, poco a poco, ya lo ha generalizado y aceptado. Las imposiciones no funcionan porque el lenguaje pertenece a todo el mundo. Cuando vamos entendiendo que mujeres y hombres estamos en la misma posición y que tenemos todo el derecho a ser nombradas, empezamos a utilizar palabras por las que hemos peleado mucho.
-¿Cuánto hay que abrir el foco para dejar de ofrecer una realidad sesgada en los medios de comunicación?
– Está muy cerrado porque sólo el 25% de las noticias están protagonizadas por mujeres. Nos queda un largo recorrido hasta llegar al 50%. Para abrir el foco es importante tener en cuenta las preguntas que se haga la profesión. Cuántas más preguntas se plantee quien vaya a cubrir una noticia, mejor, porque será capaz de acercarse mucho más a la realidad para observarla con nitidez. A la vez descubrirá la complejidad de cada asunto y sólo entonces se dará cuenta de la desigualdad.
Mujeres en la dirección
-La desigualdad de poder dentro de las redacciones es evidente. ¿Con más mujeres en puestos de responsabilidad en los medios sería posible dotar a más informaciones de un punto de vista feminista?
-Los datos ya nos lo están diciendo. En el momento en que se incorpora a mujeres a la profesión, empiezan a salir más fuentes con mujeres en las informaciones. Al igual que se ha aplicado la discriminación positiva en otras esferas, sería interesante forzar, de alguna manera, la entrada de las mujeres en más puestos de decisión dentro de los medios. Es verdad que, la mayoría, son empresas privadas pero en el IBEX también lo son y, poco a poco, se han ido incorporando mujeres a los consejos de administración. ¿Por qué no en las direcciones y subdirecciones de las empresas de comunicación con la importancia que tienen como servicio público?
-El libro está lleno de ejemplos para poner en práctica un periodismo que presente el relato completo de los acontecimientos pero también toca aspectos como la violencia que sufren en redes sociales las periodistas. ¿Ha empeorado la práctica profesional para nosotras?
-No he entrado en profundidad en este asunto pero, como usuaria de redes sociales, veo el terrible odio hacia las opiniones de las mujeres, y mucho más exacerbado si son feministas. Mi opinión sobre este tema sólo está basada en mi experiencia personal y creo que podemos ser más vulnerables. Antes teníamos un único soporte que era el medio de comunicación en el que trabajábamos donde había poca bidireccionalidad. Ahora, con las redes sociales, estamos sometidas a que se nos falte al respeto, nos quiten la autoridad o se falsee lo que hemos dicho.