Titulado Las mujeres judías también importan, el artículo periodístico de la política del Partido Popular, Almudena Negro es un duro reproche a aquellas feministas que no han condenado los crímenes cometidos por Hamás contra las mujeres israelíes en su ataque a Israel el 7 de octubre, y además guardan el silencio sobre las leyes discriminatorias del islam sobre la mujer y los malos tratos que reciben las palestinas de sus esposos. Como feminista exiliada de un Estado Islámico, régimen instalado en Irán a finales de la Guerra Fría por Francia y EEUU, permítanme unas observaciones al respecto. En parte debido a la ausencia de información sobre la realidad de Israel en medios europeos -por un excepcionalísimo inaudito que se le concede- y la situación de sus mujeres.
Estoy de acuerdo que, la derecha y la izquierda, en diferentes grados, utilizan dos varas de medir cuando se trata de los derechos humanos y sobre todo de las mujeres, dependiendo de quien los pisotee, y lo mencione en el artículo La esquizofrenia de la izquierda occidental, en 2009. Sin embargo, la señora Negro comete el mismo mal que critica: en ningún momento condena la masacre-genocidio de al menos (y por el momento) de 9.488 palestinos, de los cuales 3.900 eran niños y 2.509 mujeres, entre ellas muchas embarazadas.
Sólo en una ocasión, que sepamos, los médicos consiguieron salvar al bebé del cuerpo sin vida de la madre. Tampoco sabemos si el bebé está bajo los escombros de uno de los cuatro hospitales bombardeados por Israel o está vivo. Cuando la diputada israelí Ayelet Shaked gritó “¡Matad a todas las madres palestinas para que dejen de parir “pequeñas serpientes!”, ninguna “feminista liberal” le condenó por llamar un a pogromo «linchamiento», una Solución Final de los palestinos.
Algunos apuntes al artículo
Los “terroristas de Hamás violaron, torturaron y asesinaron a decenas de mujeres de todas las edades, algunas niñas, en Israel”. Los grupos o Estados de extremaderecha, además de supremacista también son misóginos, y capaces de cometer tales barbaries; si son religiosos lo hacen además con el “aval divino”. El derecho que Dios otorga al atacante para apoderarse del cuerpo del enemigo, como botín de guerra, figura en la Biblia (Deuteronomio 20:14) y en el Corán (An Nísa-24:4), siendo el judaísmo y el islam dos credos hermanos, abrahámico-semíticos. Los curas de la Inquisición católica violaban a las brujas (mujeres antisistema) antes de lanzarlas a la hoguera, bajo el pretexto de “purificarles por dentro”, y hacen lo mismo los pervertidos jomeinistas de la inquisición islámica en Irán, antes de ahorcar a las partisanas paraque vayan al cielo.
No es lo mismo la espiritualidad, la relación individual de cada uno con su divinidad que la religión, el milenario negocio de unos malhechores organizados. La verdad es la primera víctima de las guerras, y la volvimos a comprobar cuando el presidente de EEUU, Joe Biden, mintió al decir que había visto las imágenes de 40 bebés israelíes decapitados por Hamas, en el mismo escenario de supuestas “mujeres violadas”. Fue un bulo lanzado por Israel, y la Casa Blanca tuvo que desmentir a su propio presidente, ya que no había ningún bebé decapitado.
A estas alturas, además, todos los periodistas saben que dichos grupos han sido creados por la CIA y el Mossad o al menos patrocinados por ellos. Lo confesó Zbigniew Brzezinski, el asesor de seguridad del presidente Jimmy Carter de que ellos crearon a Al Qaeda para destruir a la Unión Soviética desde Afganistán, y lo confirmaron sobre Hamas tanto el exembajador de EEUU en Arabia Saudí, Charles Freeman, como el gobernador militar israelí de la Franja de Gaza, general Yitzhak Segev, con el fin de desmantelar la Organización para la Liberación de Palestina, secular y moderna: pueblos sometidos a la oscurantismo no podrán luchar por sus derechos. El “Yihadismo” sirve a numerosos objetivos: Con Hamás “terrorista”, Israel no sólo puede apoderarse de más territorio palestino sino también del gas de Gaza en el Mediterráneo.
Respecto al machismo en Palestino
Almudena Negro, alcaldesa de Torrelodones (Madrid) y autora del artículo se queja de que hay “gente” que arranca los carteles sobre los rehenes cautivos por Hamás. Sí, pero han sido unos cuantos individuos. Lo realmente preocupante es cuando son los gobiernos, como el alemán o el francés que arrancan las banderas palestinas (que no es la de Hamás) y prohíben las manifestaciones a favor del alto el fuego en Gaza, atacando directamente uno de los pilares de las democracias occidentales que es la libertad de reunión y de expresión.
En cuanto al machismo en Palestina que señala la autora, el feminicidio, y que el “38% de las esposas sufren violencia”, hay matices: no son el 38%, sino la totalidad de las mujeres palestina que sufren violencia: por haber sido expulsadas de sus hogares. Y no me refiero a Nakba del 1948, a lo largo de estás décadas que viven una brutal y agresiva ocupación militar, y que en los últimos años se ha intensificado.
No se sabe el número real de mujeres ni palestinas ni israelíes asesinadas por sus familias
¿Saben que los israelíes han arrancado unos 2.000.000 de árboles frutales (se llama ecocidio), el sustento de miles de campesinos palestino? Entre 2000 y 2020, Israel destruyó unas 30.000 viviendas palestinas. La joven estadounidense Rachel Corrie de 23 años fue aplastada al ponerse delante de los buldóceres israelíes en 2003. No se sabe el número real de mujeres palestinas asesinadas por sus familias, y una es mucha. Tampoco se conoce esta cifra en Israel, ya que las familias ortodoxas lo ocultan o impiden la autopsia a las víctimas. Desde 2021 el feminicidio de las israelíes ha aumentado un 50%, afirman las feministas.
Las personas somos frutos de nuestras sociedades. ¿Cómo espera que un hombre palestino, que vive una constante violencia física y económica por los ocupantes israelíes, es humillado, ni puede salir de la cárcel de Gaza, que incluso ya nace con graves traumas, se comporte como un ángel de amor?
Incluso antes de que Israel cortara el agua, la luz, la comida, el combustible y medicamentos a 2,3 millones de seres humanos, -y no como un castigo colectivo por la operación de Hamas, sino para exterminar a los palestinos-, el régimen israelí había impuesto desde 2007 un bloqueo, a Gaza prohibiendo la entrada de, atención: lentejas, pasta, galletas, dulces y chocolate, libros, lápices de colores, papel, ordenadores; balones de fútbol, instrumentos musicales, papel higiénico, ropa, recambios para coches y sillas de ruedas, entre otros objetos.
Respecto al asunto del divorcio de las mujeres palestinas
Sobre la Ley de familia de Hamás, la política del Partido Popular afirma que “Las que se divorcian pierden la custodia de sus hijos”. ¡Cierto! Porque lo manda la ley judeo-islámica: los hijos son la “propiedad” del padre, y ella no tiene ni el derecho al divorcio: solo puede ser repudiada. Miles de mujeres israelíes están condenadas a ser “agunah” (anclada, encadenada) de forma indefinida: no pueden contraer otro matrimonio, y si tienen hijos serán registrados como “ilegítimos”.
Si la batalla de las mujeres iraníes contra el velo, que es sólo un símbolo del estatus de infrahumano de la mujer, ha agrietado hasta morir al régimen islámico, la batalla de las mujeres israelíes contra su discriminación medieval tiene poco eco en la prensa internacional. Las “Patrullas del recato” de los extremistas Haredi que acosan a las mujeres por su vestimenta e incluso por rezar en voz alta, siguen operando en Israel, al igual que bajo el Estado Islámico de Irán, y sus razones no son nada religiosas, sino políticas.
Sobre las agresiones sexuales del artículo de Almudena Negro
Amnistía Internacional denunció que los controles de carretera israelíes dispararon al coche que llevaba a Maysoon Saleh Nayef, a punto de dar a luz, matando a su esposo, e hiriéndole a ella en el hombro. Los pervertidos soldados le obligaron a desnudarse, ¡para cachearla! A Rula Ashtiya, mujer palestina de Nablus, que estaba de parto e iba junto con su marido al hospital, no les dejaron pasar. Dio a luz allí mismo un bebé muerto. Estos son la punta de iceberg. En Israel las agresiones sexuales son una epidemia nacional. Tanto que, hasta el ex presidente del país, Moshe Kasave, estuvo 5 años en la cárcel por violar a varias subordinadas.
El “incidente” del Red Sea Hotel, en el que unos 30 hombres israelíes violaron a una joven de 16 años no fue nada aislado. Se trata de una sociedad sumamente militarizada, y una masculinidad exacerbada: la policía israelí estimó, en la misma fecha, en 84.000 el número de mujeres agredidas cada año en el país: 230 por día.
Netanyahu: “Si la sociedad entiende hay que proteger a los animales de la violencia, debería entender lo mismo de las mujeres”
La Organización israelí de mujeres Na’amat, por su parte, denunció que cerca de 200.000 mujeres sufrían violencia de sus cónyuges o parejas, y 600.000 niños fueron testigos de las agresiones de su progenitor a sus madres. Al conocer las estadísticas, el primer ministro Benjamín Netanyahu comentó que, “si la sociedad entendía que los animales deberían protegerse de la violencia, debería entender lo mismo de las mujeres”.
Los totalitarismos religiosos en Israel, igual que en Irán, son “salafistas”: regresivos, recurren a las citas de los fundadores de sus credos para impedir el progreso social. Sus credos consideran a la mujer sirviente y esclava sexual del hombre, y su velo (la Tora incluso recomienda el burka) solo es la señal del “dominio del hombre sobre la mujer (Corintios 11:2–16).
Netanyahu, para mantenerse en el poder, ha realizado una serie de concesiones de los ultraortodoxos, a expensas de las mujeres, que sólo sucede en Afganistán de los talibanes: la segregación de las mujeres en los eventos sociales, o el derecho otorgado a los conductores de autobuses públicos a no recoger a mujeres con blusa o ropa deportiva, o que en los cursos del servicio nacional de emergencias médicas y de desastres de Israel los alumnos estén separados por sexo.
No a la guerra, a ninguna, bajo ninguna bandera ni ideología
Ya hay universidades públicas que realizan sesiones segregadas por sexo, e incluso bibliotecas que han fijado horas separadas para chicos y niños. ¡Eso ni sucede en el Estado islámico de Irán! Los talibanes judíos tienen tanto poder que agreden, con impunidad, a las mujeres judías practicantes por orar cerca del Muro de Lamentaciones, por “impuras”.
El informe de la brecha de género emitido por el Foro Económico Mundial afirma que entre 146 países, Israel -esa autodenominada “única democracia de oriente Próximo”- cayó del puesto 60 en 2021, al 83 en 2022: algo que debe preocuparnos a todas las feministas.
Las guerras, además de matar a decenas de miles de mujeres cada año, e intensificar la feminización de la pobreza que sufren decenas de millones de mujeres, hacen retroceder los derechos conquistados de toda la sociedad y sobre todo de las mujeres. No a la guerra, a ninguna, bajo ninguna bandera ni ideología.