El domingo 22 de agosto, la Selección Española de Fútbol Femenino logró coronarse como campeona del Mundial de Fútbol. Victoria que se ha visto mancillada por las vergonzosas actuaciones de dos hombres que han robado el protagonismo que sólo debían haber tenido las futbolistas. Debido a la gravedad de los hechos, en lugar de estar hablando sólo del éxito de las campeonas, nos vemos obligadas a abordar la actuación de los dos jefes del Fútbol: Luis Rubiales y Jorge Vilda, ambos protagonistas de sendos vídeos donde se les ve detentando su poder sexual sobre dos mujeres del equipo, subordinadas a las máximas autoridades del fútbol español femenino.
Como sabemos, desde el principio de los tiempos, las mujeres han sufrido el asedio y la violencia sexual tanto de los dioses, como de los hombres, sin que pudieran hacer gran cosa para defenderse porque, hasta tiempos muy recientes, las mujeres no eran sujetos de derechos. Por tanto, no tenían control sobre sus vidas ni sus cuerpos. Jurídicamente, eran poco más que cosas pertenecientes a los hombres de sus familias a las que estaban sometidas.
No obstante, desde la antigüedad, han existido leyes que penaban la violencia sexual contra las mujeres y que, sin embargo, no estaban orientadas a protegerlas, sino que propendían por garantizar los derechos de los padres y los maridos sobre sus hijas o sobre sus esposas, obligadas todas a guardar castidad, para preservar la legitimidad de la prole y la pureza del linaje. De ahí, que los bienes jurídicos protegidos fueran derechos de carácter moral y patrimonial: la honra y el honor, pues mancillar a las mujeres equivalía a deshonrar a los hombres y al prestigio social de la familia patriarcal.
Dignidad, intimidad, indemnidad y libertad sexual
Esta situación cambió entrado el siglo XX, con la promoción de los derechos humanos y la inclusión de las reivindicaciones feministas en las agendas políticas de la ONU y de los países occidentales, donde las mujeres empezaron a ser consideradas sujetos de derechos, adquiriendo derechos, libertades; y, lo que es más importante, dignidad, es decir, la aptitud para autodeterminarse sin sujeción al dominio, la tutela ni la instrumentalización ajena.
A partir del reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres previstos en la CEDAW y otros instrumentos internacionales, se empezaron a reconocer nuestros derechos sexuales y reproductivos, estableciéndose en las leyes penales normas que protegieran los derechos de las mujeres basados en el sexo. Desde entonces los bienes jurídicos protegidos en caso de violencia sexual ya no eran la honra de las mujeres y los hombres de sus familias, sino la dignidad, intimidad, indemnidad y libertad sexual de las mujeres.
Esta pincelada de lo que ha sido la breve historia de los derechos sexuales de las mujeres pone de presente el hecho irrebatible de que las mujeres siempre hemos estado expuestas y sujetas al poder de los hombres, y nuestros cuerpos siempre han sido su principal terreno de conquista y de ejercicio del poder.
Los gestos de poder sexual de Rubiales
Las recientes conductas de abuso sexual de Luis Rubiales y Jorge Vilda son claros ejemplos de cómo muchos hombres detentan abusivamente sobre las mujeres sujetas a su autoridad el poder que les dan sus cargos y prerrogativas. Y lo que es más grave, hemos visto como muy buena parte de los hombres con influencia mediática han salido en manada a defenderlos o han guardado un atronador silencio, siendo más bien pocos los que han reprochado su conducta.
El día de la final del Mundial pudimos ver cómo Luis Rubiales, el hasta ahora patrón de la Real Federación Española de Fútbol, exhibía gestos de poder sexual, algunos más propios de los machos alfa de primates no humanos. Según se aprecia en los vídeos, en el acto de entrega de medallas, Rubiales le agarró la cara a la jugadora Jennifer Hermoso, inmovilizándola, abrazándola fuertemente y estampándole un beso en la boca, sin su consentimiento, y despidiéndose de ella con un par de palmadas en la parte baja de la espalda.
De acuerdo con el Código Penal, la conducta de Rubiales está tipificada como agresión sexual, en la que concurre “abuso de una situación de superioridad” (art. 178.2 CP). La ley penal establece que “será castigado con la pena de prisión de uno a cuatro años, como responsable de agresión sexual, el que realice cualquier acto que atente contra la libertad sexual de otra persona sin su consentimiento”.
«No me ha gustado»
Según declaraciones que hizo Jennifer Hermoso en su perfil de Instagram, a los pocos minutos de la entrega de medallas, cuando le preguntaron por el beso de Rubiales dijo “no me ha gustado”, preguntándose qué podía hacer. Pero además, de su lenguaje no verbal se evidencia que no deseaba el acercamiento íntimo al que la forzó su jefe para abrazarla y besarla en la boca, sin su consentimiento, en el que probablemente era el momento más importante de la carrera profesional de la máxima goleadora de la selección.
Conforme establece la denominada Ley del Sólo Sí es Sí, se entiende por violencia sexual “cualquier acto de naturaleza sexual no consentido o que condicione el libre desarrollo de la vida sexual en cualquier ámbito público o privado” (art. 3 LO. 10/2022), y los besos en la boca tienen este carácter. Igualmente, según el Protocolo de Actuación Frente a la Violencia Sexual de la Real Federación Española de Fútbol, el “abuso sexual es un comportamiento verbal, no verbal o físico con connotaciones sexuales hacia una persona o un grupo que se basa en el abuso de poder y de confianza. Puede ser intencionado o no intencionado”.
Jorge Vilda agarra el pecho de una de las integrantes del equipo técnico
Por ello, «besar a la fuerza«, “el contacto corporal, abrazos, apretones…” son conductas específicas que están tipificadas como violencia sexual prohibidas en el fútbol español. Asimismo, se consideran actos de naturaleza sexual vedados el “tocamiento de partes del cuerpo”, como el grotesco gesto que hizo Rubiales al agarrarse los genitales estando en el palco de autoridades al lado de la Reina Letizia y la Infanta Sofía.
Por su parte, el director técnico de la Selección Femenina del fútbol español, también mostró abuso de poder de contenido sexual al agarrar el pecho a una de las integrantes del equipo técnico. En el vídeo se aprecia que durante uno de los partidos de la selección, Jorge Vilda agarra deliberadamente el pecho de esta mujer y lo aprieta frente a las cámaras. Por las mismas razones que Rubiales, y con base en las mismas normas, Vilda ha incurrido en un delito de agresión sexual y ha violado el mismo Protocolo contra la violencia sexual de la RFEF, que tipifica como tal el “tocamiento” de “los pechos”.
A estas faltas hay que sumarles el falseamiento de un supuesto comunicado de Jennifer Hermoso donde supuestamente decía que el beso había sido una muestra de cariño; pero que, en realidad había sido redactado por el departamento de comunicación de la Federación que preside Rubiales, según se ha dado a conocer por RELEVO.
Rubiales y Vilda contravienen los valores del deporte y desprestigian al futbol
Y, según estas mismas fuentes, tanto Rubiales como Vilda habían intentado presionar en varias ocasiones a Hermoso y a su familia para que la persuadiera de hacer unas declaraciones conjuntas, a las que Jennifer se habría negado. Presionar a una subordinada a fin de que falte a la verdad debida con el ánimo de encubrir las faltas del jefe constituye una falta en sí misma. Demostrándose una vez más que Rubiales y Vilda contravienen los valores del deporte y desprestigian al futbol español.
Ante la presión por las crecientes peticiones de dimisión, con las leyes en mano y las denuncias que se han presentado contra Rubiales y, en su caso, las que se presenten contra Vilda, este caso sólo puede desembocar en la destitución de ambos cargos por faltas graves, entre ellas, por agresión sexual. Por lo que resulta preceptiva la intervención de la Fiscalía, a fin de depurar las responsabilidades penales.
Por lo demás, la Ley del Deporte y el mismo Protocolo de Actuación Frente a la Violencia Sexual de la RFEF prohíben la complicidad respecto de los actos de violencia sexual en el deporte, de modo que el apoyo que tienen previsto darle a Rubiales las Federaciones Territoriales es tan ilegal como lo ha sido la actuación de su máxima autoridad.
El abuso de poder de los jefes del fútbol sobre las jugadoras
Ahora bien, independiente de las facultades que tiene el Ministerio de Cultura y el Consejo General de Deportes para forzar la destitución o la dimisión tanto de Rubiales como de Vilda, la Ley del Deporte prevé la no concesión de subvenciones públicas a las federaciones deportivas y las ligas profesionales que no cumplan las leyes y el Protocolo para prevenir y combatir los abusos sexuales en el deporte. Seguramente, buena parte de las astronómicas cifras que devengan los patrones del fútbol provendrán de las subvenciones públicas que se destinan para apoyar al deporte rey.
El año pasado el sueldo de Rubiales fue de 675.761,87 euros brutos y el de los presidentes de las federaciones territoriales oscilaba entre los 150.000 y 85.000.
Si Rubiales y Vilda se comportan de esta manera en público, a sabiendas de que los están grabando y de que están expuestos a las miradas de millones de personas de todo el mundo, ¿qué serán capaces de hacer en la intimidad de los vestuarios o concentraciones? Si nos remitimos a los antecedentes, lejanos y cercanos, parece fácil inferir que el abuso de poder de los jefes del fútbol sobre las jugadoras forma parte de la historia de la selección femenina.
Ignacio Quereda, infantilizaba y maltrataba a las jugadoras
Según se publicó en su momento y ahora, y se dio a conocer en libro de la periodista Danae Boronat, “No las llames chicas, llámalas futbolistas” y el documental de Movistar+ ‘Romper el silencio. La lucha de las futbolistas de la Selección’, el destituido predecesor de Vilda en la selección, Ignacio Quereda, era el prototipo del perfecto abusón, que gozó de impunidad durante los 27 años en los que estuvo atornillado en el cargo, al contar con la complicidad del destituido predecesor de Rubiales, el entonces presidente de la RFEF, Ángel María Villar.
Según el relato de exfutbolistas, Quereda infantilizaba y maltrataba a las jugadoras, a las que pellizcaba, agarraba por las orejas, gritaba y vejaba de diversas maneras con comentarios denigrantes y de contenido sexual, diciéndoles entre otras cosas que estaban gordas o que necesitaban un “buen macho” que les quitara la homosexualidad.
Por su parte, como hemos sabido, el actual seleccionador también es conocido por actuaciones que suponen abuso de poder frente a las futbolistas, como quedó de manifiesto en las reivindicaciones expuestas por las quince jugadoras que fueron apartadas de la selección por Vilda. Según comenta la exfutbolista gallega Paula Dapena, entre otras cosas, el entrenador no respetaba la intimidad de las futbolistas, a las que no les permitía cerrar las puertas de sus habitaciones de hotel durante las concentraciones. ¿Con qué propósito?
Las referentes de las niñas
De todo lo expuesto, parece que tenemos elementos de juicio que nos permiten concluir que el fútbol español femenino está y ha estado dirigido por hombres machistas y misóginos con tendencia a abusar de su poder para ejercer violencia contra las jugadoras de forma impune y pública. Y la pregunta que se impone de todo esto es ¿en la sociedad española vamos a permitir que las Campeonas del Mundo sigan expuestas a estas formas de violencia estructural a las que las someten los hombres directivos? La respuesta sólo puede ser negativa. Ya es hora de que el equipo técnico sea liderado por una mujer.
Más allá del honor de haber ganado un Mundial de Fútbol, la gran importancia de la gesta de las campeonas de la selección es que marca un hito en el avance de los derechos de las mujeres y niñas. Las mujeres que han ganado el Mundial no sólo han conquistado un trofeo, sino que han abierto un abanico de oportunidades para que niñas de todo el mundo sueñen con ser deportistas de élite.
Las referentes que necesitan las niñas no sólo deben ser para inspirar lograr tener una carrera profesional en el fútbol, sino también para que las niñas sepan que nunca estarán bien los abusos sexuales o vejaciones infligidos por un jefe, entrenador o compañero, y que jamás deben callar. Ha costado mucho esfuerzo y un largo e intrincado camino para que las mujeres y niñas de hoy día tengamos derechos y libertades. En honor de las feministas que lucharon para que tuviéramos derechos, estamos obligadas a preservarlos y a hacerlos valer.