Los últimos datos publicados por el Observatorio del Medicamento en junio de este año señalan que los productos relacionados con salud digestiva han duplicado sus ventas respecto al año anterior, estos datos reflejan que cada vez somos más conscientes de la importancia que tiene el aparato digestivo en su conjunto sobre nuestro bienestar, y en concreto, tenemos que saber que nuestro aparato digestivo no es solo el estómago, sino que la microbiota intestinal juega un papel determinante en nuestro estado de salud.
La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos que habitan en el intestino y especialmente en el colon. Se calcula que en el ser humano puede haber hasta 2000 especies de bacterias generando una relación simbiótica con nosotros conformando esta relación bacterias-humanos una gran unidad metabólica. De las bacterias de nuestro intestino depende, por ejemplo, las síntesis de la vitamina K y algunas del complejo B, sin embargo, aunque la mayoría de las bacterias son beneficiosas para nosotros, si se produce un desequilibrio en la población de estas (disbiosis), puede derivar en infecciones, algunas de gravedad.
La microbiota intestinal puede llegar a pesar 1kilogramo
Los grupos de bacterias más abundantes de nuestro intestino son Firmicuntes y Bacterioides, seguidos de las Actinobacterias y las Proteobacterias, su número es tan abundante, que podemos decir que existen 10 veces más bacterias que células humanas o, dicho de otro modo, la microbiota intestinal puede llegar a pesar 1Kg.
La mayor parte de la microbiota humana se conforma durante los 2 o 3 primeros años de vida de un niño, aunque existen estudios indicando que la formación de nuestro microbioma empieza incluso en el canal del parto. No obstante, a lo largo de la vida, diferentes agentes externos como el estrés o la mala alimentación pueden modificar la composición de la microbiota, generando problemas de salud.
Existen distintas formas de solucionar estos problemas en función de su gravedad
Podemos tomar prebióticos, que suelen ser macromoléculas que favorecen la actividad microbiana mientras que los probióticos son microorganismos que se ingieren generalmente en forma de cápsulas para recuperar o modificar la población bacteriana.
Recientes avances biomédicos han conseguido identificar prácticamente la totalidad de las bacterias presentes en nuestras heces y se calcula que hay unos 100 millones de bacterias por gramo. Un análisis de microbiota presente en las heces de un individuo puede indicar la presencia de alergias, inflamación, infecciones o mala absorción de nutrientes.
Determinadas composiciones de microbioma intestinal son capaces de promover la delgadez
Toda esta diversidad de bacterias ha despertado el interés de varios científicos que han centrado sus investigaciones en cómo aprovechar este conocimiento para mejorar nuestra salud. En las últimas décadas, multiples pruebas de concepto han demostrado que determinadas composiciones de microbioma intestinal son capaces de promover la delgadez y podrían ser utilizadas para tratar problemas de obesidad y diabetes tipo 2.
Esto se conseguiría mediante la técnica conocida como trasplante fecal, que consiste en traspasar la microbiota fecal obtenida de las heces de un paciente sano a uno enfermo. En concreto, estudios con ratones demostraron que si se trasplanta a un ratón al que se le ha eliminado previamente toda su microbioma intestinal el microbioma de un ratón obeso, este ratón desarrollará obesidad, mientras que si el trasplante proviene de un ratón con peso normal, el ratón mantendrá un peso normal.
El trasplante fecal solo está aprobado para tratarn algunas infecciones por Clostridium difficile
Actualmente el trasplante fecal solo está aprobado en humanos para tratar los casos más complejos de infecciones por Clostridium difficile. Para realizarlo, se disuelven las heces del donante en suero fisiológico, y tras varios filtrados y purificaciones, se administra al paciente principalmente mediante sonda nasoduodenal o endoscopia.
A pesar de parecer una técnica revolucionaria, una práctica similar ya se realizaba en China e India hace 3.000 años, donde se trataban patologías del aparato digestivo mediante la ingesta de “sopa amarilla” que consistía en una preparación de heces fermentadas o secas de una persona sana que debía ingerir el enfermo. Esta práctica se ha seguido utilizando en la historia más reciente, por ejemplo, durante los años 50 en Estados Unidos y los beduinos recomiendan la ingesta de heces de camello también con el mismo fin.
Actualmente, se están empezando a realizar ensayos clínicos para poder extender esta práctica al tratamiento de otras patologías dada la seguridad del procedimiento y los pocos efectos adversos que puede producir (episodios puntuales de flatulencias, estreñimiento o molestias abdominales), sin embargo, hará falta tiempo para estudiar los efectos a largo plazo que estos trasplantes puedan producir, especialmente en lo relacionado con la transferencia de enfermedades autoinmunes o metabólicas. Por este motivo, otra opción que puede ganar terreno en el futuro sería el crear un conjunto de bacterias definido y controlado, que pueda reemplazar al trasplante fecal procedente de un donante.
Hasta que veamos implantados estos procedimientos en la práctica clínica aún faltan varios años, por lo que, mientras tanto, intentemos mantener nuestro microbioma en equilibrio.