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La Universidad al servicio de la sinrazón

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Siempre hemos creído que la Universidad (con mayúsculas) era el centro por antonomasia de la transmisión de la ciencia y el conocimiento. Sin embargo, hoy día parece que es un refugio para la irracionalidad. Leo una propuesta de Encuesta sobre Educación Sexual Integral en las Escuelas (ESI), a realizar por SexAfin Grupo perteneciente a la Universidad Autónoma de Barcelona, entidades sociales con experiencia en este tema y los Departamentos de Educación e Igualdad y Feminismos. Supongo que el tema fue acordado antes de que hubiese el cambio de gobierno en la Generalitat. El despropósito no puede ser más grande.

Para empezar no se pide el sexo de las personas que contestan (familias o docentes), que deben considerar que es irrelevante. En cambio, preguntan “con qué género te identificas”, y las respuestas son Mujer, Hombre, No Binario, Prefiero no responder, Otras, lo cual significa que asumen que ser hombre o mujer no tiene nada que ver con el sexo de nacimiento, sino que cada uno lo elige según su percepción individual. Ser mujer u hombre es un “género” y por tanto puedes ser una cosa u otra, o ninguna de ellas, a elegir.

Por si no fuera bastante con esta primera elección, la segunda es “Con qué afirmación te identificas más”, y las respuestas son: Soy una persona cisgénero, Soy una persona trans, Soy una persona no binaria, Prefiero no contestar. En esta pregunta ya se asume como aceptado científicamente lo de “cis” y “trans” y “no binario”, es decir que las personas se dividen en diversas categorías según se identifiquen o no con el género de socialización, de tal manera que se naturaliza la idea de que ya no existen los hombres y las mujeres según el sexo de nacimiento, sino que ya se es cis o trans o nada de forma innata. La identidad, que es producto de la socialización, sustituye a algo material y observable como es el sexo biológico.

También se pregunta por las “orientaciones sexuales” que pueden ser Homosexual, Heterosexual, Bisexual, Asexual, Pansexual y Otras. Han omitido, sin embargo, Polisexual, Omnisexual, Scoliosexual, Demisexual, Grisexual, Poliamoroso y las tropecientas que se están inventando cada día. Vaya manera de discriminar opciones legítimas.

Además de preguntar insistentemente por el grupo étnico de pertenencia y por la religión que se practica o por los sentimientos religiosos, lo más disparatado viene cuando se pregunta por si se tienen “hijos, hijas e hijes”, que en catalán se corresponde con “fills/filles/fillis,”. Incluir el concepto de “hijes/fillis” significa dar carta de naturaleza a una “identidad” que no tiene existencia material y que requiere procesos de transición hormonales o quirúrgicas en criaturas que expresan malestar con su propio sexo.

Es decir, la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) se ha rendido al transactivismo e incorpora en trabajos de investigación, posiblemente financiados con dinero público, conceptos que no están consolidados científicamente, como es la terminología “cis”, “trans”, “no binario” o “hijes” como si fuese ciencia pura cuando no es más que la expresión de un delirio irracional que se ha extendido por el mundo impulsado por ideólogos/as estadounidenses, supuestas fundaciones filantrópicas americanas, el lobby transgenerista y la industria farmacológica. Un paso más en esa carrera hacia ninguna parte en que se ha convertido la obsesión enfermiza por eliminar el sexo binario propio de la especie humana.

Este caso de la UAB no es más que un ejemplo de la terminología que se está incorporando en todo tipo de documento, formulario, encuesta, investigación o estudio. Entidades públicas y privadas han decidido introducir acríticamente terminología y conceptos que no están consensuados ni aceptados unánimemente por la comunidad científica internacional. Los pronombres que propone Kamala Harris en su web es continuidad de lo mismo, pero eso merece una columna propia.

Ya veremos a qué conclusiones van a llegar los estudios realizados con esta metodología, totalmente anticientífica y falta de rigor conceptual. La Universidad ha cambiado su tradicional consideración de santuario del saber por el sabor de la santería. Vamos bien.

Juana Gallego

Profesora universitaria