Irak, un país al borde de la desintegración y el desastre social y económico, se tambalea tras 20 años de invasión occidental y la escasez de recursos hídricos.
Como analiza Adam Tooze, profesor de historia y director del Instituto Europeo de la Universidad de Columbia, los iraquíes han sido, durante cientos de años un pueblo embestido por invasores.
“Los otomanos lucharon por mantener su control sobre las provincias de Mosul, Bagdad y Basora ante los desafíos de los mamelucos. Entre 1915 y 1917, las fuerzas del imperio británico tardaron tres años en tomar Bagdad en la sangrienta campaña mesopotámica. El estado iraquí, creado en 1921 bajo el mandato británico, luchó desde el principio para imponerse contra las rebeliones kurdas”.
Posteriormente, en 1941, un golpe a favor de la Alemania nazi, facilitó una invasión por parte de las fuerzas aliadas en contra de Irán. En la década de 1950, Bagdad respondió a la unidad egipcia y siria para unificarse con Kuwait y en el 58, un golpe militar derrotó a la monarquía hachemita, que hoy en día gobierna en Jordania.
Sadam Hussein se hizo con el poder del país en el año 1979, momento en el que el Irak gozaba de una de las economías más avanzadas del mundo árabe, hasta que en la década de los 80, entró en guerra con Irán.
La invasión de Estados Unidos
A partir de 1990 y tras la invasión de Estados Unidos junto con los países de la coalición, Irak entró en un período de violencia continua, que no ha cesado hasta hoy.
En concreto, la invasión estadounidense acabó con la vida de al menos a 300.000 iraquíes, según The Iraq Body Count. Durante este periodo, otros estados como Rusia y China también tuvieron presencia en el país convirtiéndolo en una de las zonas más calientes del planeta, en lo que a tensión militar se refiere.
Además, la situación del Estado se recrudeció a partir de 1996, cuando Irak se enfrentó a sanciones económicas y al denominado programa ‘petróleo por alimentos’, que dejó a los iraquíes sumidos en la más profunda hambruna.
Y es que, no hay que olvidar que, la administración del presidente estadounidense George W.Bush decidió intervenir en Irak empleando la narrativa de la securitización – que ha sido usada en posteriores conflictos- por lo que se vulneró la carta de los Derechos Humanos, ya que ninguna de las declaraciones pudieron justificar la intervención militar. Es decir, la invasión, ilegal según el derecho internacional, se produjo sin el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU.
De hecho, según Amnistía Internacional, “entre los años 2003 y 2011 e las fuerzas estadounidenses participaron en violaciones generalizadas de derechos humanos tales como ataques indiscriminados que resultaron en la muerte y lesiones de civiles, detenciones y traslados secretos de los detenidos, desapariciones forzadas, tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes”.
Aunque cabe destacar que en la actualidad se siguen produciendo violaciones de derechos como el de la protesta; los derechos de las mujeres; prohibición de beber alcohol o el derecho a la vida, vulnerado por la pena de muerte.
Y es que durante estos últimos años, tanto los grupos terroristas como Al Qaida y el Estado Islámico, (Daesh, por sus siglas en árabe) se hicieron con el control del país, que llegará a ser la cuna del terror, siendo Mosul su capital.
Un país en busca de recursos vitales
A día de hoy, las víctimas siguen esperando justicia y reparación. En este contexto, destaca que, “el vacío de seguridad y las estrategias de Estados Unidos – que aún mantiene cerca de 2.500 soldados desplegados en el país- han fomentado el sectarismo no solo en el propio Irak, sino mucho más allá de sus fronteras”, asegura la ONG.
Y es que, en la actualidad, Irak es un país carente de los recursos e infraestructuras más básicas para aprovechar, por ejemplo el agua, el bien más esencial con el que cuenta el país.
Sigue siendo incapaz de mantener un suministro de luz y agua potable de forma constante. Una cuestión esencial para los ciudadanos. Es por ello que el Gobierno de Abdul Latif Rashid, visitó el pasado sábado Irán en su primera visita desde que asumió el cargo -13 de octubre de 2022- para tratar la gestión de los recursos hídricos entre ambos países en medio de la escasez de agua que afecta a varias regiones iraquíes.
Es decir, Latif pretende replicar el modelo de gestión de agua de Irán, vecino regional y con quien comparte la defensa del chiísmo.