Jordania, el último reducto de paz de Oriente Medio, se encuentra en una guerra económica interna en medio del turbulento caos que asola a la región. El país, agobiado por la elevada deuda nacional y una relación tensa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es cada día más dependiente de sus vecinos del Golfo Pérsico, especialmente de Arabia Saudí, presente en cada una de las instituciones y empresas del país.
Es por ello que, en un acto desesperado por salir a flote, los jordanos han proyectado la construcción de una ciudad en pleno desierto. Una atractiva propuesta que pretende ser el reclamo de miles de ciudadanos que se encuentran viviendo hacinados en las grandes metrópolis del país como Amán o Zarqa. En concreto, el volumen de población en Jordania es para el Ejecutivo, especialmente, preocupante respecto a las principales ciudades. Muchas extensiones de terreno se han convertido en ‘guetos’ donde acampan los ciudadanos palestinos, iraquíes o sirios, desplazados hasta el país y que no disponen de infraestructuras higiénicas o de transporte apropiadas.
Hay que tener en cuenta que, la extensión total del país es de unos 89.320 km² y una costa total de 26 km, es decir se trata de un área aproximadamente del tamaño de Andalucía (España), considerando que, una proporción excepcionalmente alta de los habitantes (92 por ciento) pertenece a la población urbana. Más de uno de cada tres habitantes vive en Amman. La densidad de población en el país, una de las mayores del continente, es de 114 habitantes por kilometro cuadrado.
Es por ello que, a imitación de su vecino regional, Egipto, la construcción de esta nueva ciudad, que aún no tiene nombre, se encontraría a 40 kilómetros de la capital y estaría situada en un cruce de carreteras que conectan Arabia Saudí e Irak, lo que la convertiría en una ciudad dormitorio para los viajeros.
Además, tal y como aseguran las autoridades jordanas, hasta un millón de personas podrían trasladarse a este rincón del desierto en poco tiempo. De hecho, en 2023 se planea que 157.000 residentes pudieran estar viviendo allí aunque el proyecto no esté completamente finalizado hasta el año 2050.
Faisal Shboul, ministro de Comunicaciones asegura que , «la nueva ciudad se construirá en terrenos estatales. Se crearán unos 83.000 nuevos puestos de trabajo en las primeras fases hasta 2033 y otros 90.000-100.000 nuevos empleos directos e indirectos en la fase final».
Sin embargo, la duda sobre la viabilidad del proyecto planea sobre la mente de muchos jordanos que viven económicamente entre la espada y la pared y que luchan día a día por salir a delante y temen que las ayudas económicas gubernamentales se desvíen hacia la construcción de este proyecto y dejen de servir a los ciudadanos, ya que el presupuesto para este año asciende a 2.354 millones de euros en 2023 mientras que la deuda nacional alcanza los 42.388 millones de euros.
Un coste desorbitado
Tal y como explica Musa Hantash, diputado del bloque islamista Reformista en el Parlamento jordano: «Egipto, con todos sus recursos, ha entrado en bancarrota después de que establecieran la nueva ciudad administrativa. ¿Qué será de nosotros?».
Mientras tanto, muchos jordanos reclaman a través de redes sociales al Gobierno que en lugar de proyectar todos sus esfuerzos en construir una nueva metrópoli, el Estado deberían centrarse en reconstruir infraestructuras obsoletas como la canalización del agua o muchas otras edificaciones institucionales.
«Tenemos que dar prioridad a sectores importantes como la industria. La nueva ciudad es una distracción del déficit al que se enfrenta el gobierno y de su incapacidad para mejorar la situación económica”, afirma Hantash que realiza una importante reflexión dentro del marco económico: «¿Qué pasaría si nos endeudáramos más? También me preocupa el aumento de la corrupción y los robos, que suelen aumentar en este tipo de programas».
En contra posición, Samih Maayteh, ex ministro, argumenta que la expansión de la población se produce tanto si a la gente le gusta como si no, y que «la nueva ciudad es una decisión positiva e importante, sobre todo porque permite el desarrollo del suelo estatal y el hecho de que esté fuera de la capital».
No obstante, no hay que olvidar que los costes de la construcción de esta nueva ciudad no finalizan con el fin de la misma, si no que, además, hay que garantizar su sostenibilidad en el tiempo y para ello el Ejecutivo pretende acudir a préstamos locales e internacionales.
En la primera fase de su construcción, el Gobierno prevé gastar 66 millones de euros al año a partir de 2025, dinero destinado principalmente a la excavación y la construcción. Sin embargo, a pesar de que este megaproyecto se ponga en marcha eso no evitará que el aumento de población continúe creciendo a un ritmo del 30 por ciento en muchas zonas de la capital. De hecho, la nueva ciudad no resulta, hasta el momento, especialmente atractiva para sus habitantes, que siguen preocupados por el precio de la vivienda y un sistema de transporte de calidad.
La ciudad egipcia que inspira a Jordania
El presidente egipcio, Abdel-Fattah Al-Sisi, ha oficializado la construcción de una nueva y grandiosa capital administrativa a 45 km al este de El Cairo, con un coste de 56.000 millones de euros.
Sin embargo, a pesar de que su país ha recibido préstamos del FMI tres veces en los últimos seis años, por un total de 19.000 millones de euros, mientras que la libra egipcia se ha desplomado, la construcción de esta nueva metrópoli ha colaborado a que la deuda nacional de Egipto ascienda hasta los 142.000 millones de euros.
A pesar de ello, la planificación de este nueva urbe continúa, aunque el Gobierno jordano ya ha visto fracasar otros proyectos similares, como la ciudad de Al-Sharq, en la que el difunto rey saudí Abdullah bin Abdulaziz invirtió 250.000 millones de euros. De hecho, se suponía que esta ciudad iba a acoger a medio millón de habitantes, y después de 15 años está casi vacía y la infraestructura no está terminada. En la actualidad, sólo 37.000 personas viven en Al Sharq.