Si hay dos profesiones de riesgo en Rusia son la de periodista y, especialmente, la de político opositor. Previamente, hemos explicado como Putin utiliza a los oligarcas como financiadores y baluartes de su imperio en el exterior.
Pero para que esta estructura exterior funcione necesita que se base en un liderazgo estable a largo plazo que los controle y al que teman. Y los principios básicos de como conseguirlo es algo que Putin aprendió en la escuela del KGB: primero, no pueden existir ni corrientes de opinión ni estructuras que cuestionen los principios del régimen, y segundo, cualquier liderazgo de pudiera aglutinar opiniones o personas debe ser inmediatamente eliminado.Y así ha sido durante toda la carrera política de Putin para desgracia de los que pensaban que Rusia era una democracia.
Hace apenas 24 horas hemos leído como el último de los opositores políticos de Putin, Ilya Yashin, ha sido condenado a 8 años y medio de cárcel por verter opiniones contrarias a la guerra. Yashin protestaba por lo ocurrido en la masacre de la ciudad de Bucha en su programa de Youtube. Yashin no es más que el último de la lista de opositores borrado de un plumazo para que no exista una alternativa al propio Putin.
Protestas desde la invasión de Crimea en 2014
Si nos remontamos al comienzo del imperialismo expansivo de Putin con la invasión de Crimea en 2014, el principal líder de la oposición del momento se levantó en contra de la política bélica de Putin. Se llamaba Boris Nemtsov, y fue asesinado a tiros frente al Kremlin unos meses después, en febrero de 2015. Como descubrió hace poco más de un año Bellingcat, la web de investigación, Nemtsov llevaba siendo seguido por el FSB durante más de 1 año. En concreto por agentes del Segundo Directorio y del Instituto de Criminalística del FSB, dos unidades ultrasecretas que llevaban operativas desde los tiempos en que Putin era su máximo jefe en el FSB.
Poco después de este asesinato, otro de los políticos opositores a Putin, Vladimir Kara Murza, cayó repentinamente enfermo con unos síntomas que, a día de hoy, se identifican como los que produce el envenenamiento por Novichok, un agente neurotóxico de la familia de los organofosfatos desarrollado por la URSS durante la guerra fría. Era mayo de 2017. Kara Murza sobrevivió a este incidente, pero tuvo otra “recaída” con los mismos síntomas en febrero de 2020 a la que, milagrosamente, también sobrevivió. Kara Murza es la única persona que ha sobrevivido a dos infecciones por Novichok en la historia.
Como en el caso de Nemtsov, Kara Murza también llevaba mucho tiempo seguido por los mismos agentes del Segundo Directorio y del Instituto de Criminalística del FSB. Tras estos dos intentos de asesinato, Kara Murza fue encarcelado acusado de traición por expresar opiniones contrarias a la guerra de Putin.
Como no hay dos sin tres, el siguiente opositor a Putin, Aleksey Navalny, cayó enfermo en un vuelo hacia Moscú tras volver de un mitin en la ciudad de Tomsk. Los síntomas eran exactamente iguales a los de Kara Murza, los provocados por el Novichok, tal y como fue comprobado por el gobierno alemán días después.
Gracias a la intervención personal de la Canciller Merkel, Navalny fue transportado al Hospital de la Charité en Berlín en un avión medicalizado en estado de coma profundo. Días después varios análisis químicos independientes confirmaron la existencia del veneno. Tras recuperarse, Navalny volvió a Rusia donde fue detenido y encarcelado por una serie de cargos falsos sobre los que hablaremos próximamente largo y tendido.
Una larga lista de ‘incidentes’
Navalny y su mujer también fueron seguidos por los mismos del Segundo Directorio y del Instituto de Criminalística del FSB. Es más, para ridículo total del Kremlin, entre el director de Bellingcat y el propio Navalny consiguieron engañar a uno de los envenenadores agente del FSB que confeso ante las cámaras de TV y en directo todos y cada uno de los pasos de la operación.
Putin ya no tiene opositores
En resumidas cuentas, desde hace 7 años, Putin ya no tiene opositores: o están muertos o en la cárcel. Occidente vive con la esperanza de que, si cae Putin, la cordura volverá a Rusia y la tensión geopolítica desaparecerá, pero la gran pregunta que nos hacemos es quien le sustituirá que tenga la intención de cambiar el rumbo que ha marcado Putin, por que por le momento, ya no queda nadie.
Mientras tanto, sólo podemos decirle al Sr. Yashin que ha tenido suerte al recibir sólo la mitad de la medicina de Putin, la de la cárcel, y se ha ahorrado el Novichok cuyos síntomas, por cierto, son extraordinariamente dolorosos.