«Los liberales, que no somos cientificistas sino partidarios de la ciencia, estamos hondamente preocupados. La Ley Trans, al ir contra la biología y la medicina, en definitiva, contra la naturaleza humana, no triunfará. Pero, una vez más, el daño que la ingeniería social habrá dejado a su paso será terrible». La columna de opinión de Almudena Negro, diputada del PP en la Asamblea de Madrid y candidata a la alcaldía de Torrelodones, en Crónica Libre. «Es un retroceso en la protección de los derechos de las mujeres. Jamás hubo un gobierno más machista que este en España».
Fue en 2013 cuando la dramaturga y actriz norteamericana Kate Bornstein publicó el libro My gender workbook: Una guía paso a paso para lograr la paz mundial a través de la anarquía de género y la positividad sexual, en el que presentaba su concepción teórica del término género en busca del género perfecto. Años antes, en 1986, Bornstein se había declarado “no conforme al género”.
Kate Bornstein, diagnosticada con trastorno límite de la personalidad, fue miembro de la Iglesia de la Cienciología, que abandonó en 1981. Sostenía que, “no me llamo mujer, y sé que no soy hombre”, desechando la idea de que las personas trans son personas atrapadas en cuerpos de otro sexo. Biológicamente había nacido como hombre y se había sometido a la cirugía de reasignación de sexo. En 1989 produjo la obra Hidden: A gender, basada en su propia vida y en la de Herculine Barbin. En 2009 fue finalista del premio Lambda Literary para LGTB Nonfiction, premio que le fue otorgado nuevamente en 2011. Fue el principio del transfeminismo.
En 2003 se publicaría de la mano de Emi Koyama el Manifiesto transfeminista, en el que se apostaba, como hoy hace el gobierno de Pedro Sánchez, por el sexo sentido, despreciando así la ciencia y la biología, algo inmutable por más que se empeñen en lo contrario los ingenieros sociales. “El transfeminismo sostiene que el sexo y el género son socialmente construidos; es más, la distinción entre sexo y género se determina artificialmente como un asunto de conveniencia”.
De llorar y no parar
“Las personas trans no se sienten satisfechas con el sexo que se les asignó sin su consentimiento de acuerdo con el simplista estándar médico”, afirma el manifiesto. El simplista estándar médico derribado por gentes tan complejas como Irene Montero. Es de llorar y no parar.
Nos encontramos claramente ante un retroceso en la protección de los derechos de las mujeres. Jamás hubo un gobierno más machista que este en España. Nos quieren borrar los mismos que han provocado la liberación y/o reducción de penas para violadores y pederastas.
La ley aprobada recientemente en el Congreso de los Diputados, desoyendo al Consejo General del Poder Judicial y, que Alberto Núñez Feijóo ha anunciado derogará en cuanto llegue al gobierno, permite en su artículo 43 cambiar de sexo registralmente a mayores de 16 años, por el mero hecho de querer hacerlo. Ya no será preciso presentar un informe médico o psicológico que acredite sufrir disforia de género. Tampoco será ya necesario hormonarse durante dos años para poder solicitar el cambio.
Fraude en el cambio de sexo
Así, los maltratadores que, previamente a la comisión del delito, hayan cambiado de sexo podrán eludir la Ley de Violencia de Género, como ha afirmado la risueña Angela Rodríguez PAM, secretaria de Estado de Igualdad: “Si una mujer trans pega a una mujer no estamos hablando de violencia de género”. Y se ha quedado tan ancha. Porque, entre otras cosas, la llamada “Ley Trans” no contempla mecanismo para perseguir el fraude en el cambio de sexo ante el registro civil una vez consumado el cambio. Jauja para el violento.
Por demás, se invierte la carga de la prueba cuando una persona trans alegue haber sufrido discriminación por parte de un tercero y aporte indicios sobre la misma. Pero es que esta ley, además, permite comenzar con procesos de reasignación de sexo a menores sin consentimiento paterno. Desde los 12 años los niños podrán acudir a la vía judicial para solicitar la reasignación. Una aberración denunciada por todo aquél que tiene sentido común. Y cuyas consecuencias ya se han visto en otros países. Pero, ¡qué importa la realidad! ¡Otro mundo es posible!
Un retroceso en la protección de las mujeres
Nos encontramos claramente ante un retroceso en la protección de los derechos de las mujeres. Jamás hubo un gobierno más machista que este en España. Nos quieren borrar los mismos que han provocado la liberación y/o reducción de penas para violadores y pederastas.
No es pues de extrañar que desde el feminismo socialista clásico se alcen voces como la de Amelia Valcárcel, que advierte que “no habrá tiempo suficiente para arrepentirse”.
Los liberales, que no somos cientificistas sino partidarios de la ciencia, estamos hondamente preocupados. La Ley, al ir contra la biología y la medicina, en definitiva, contra la naturaleza humana, no triunfará. Pero, una vez más, el daño que la ingeniería social habrá dejado a su paso será terrible.