Este artículo lleva por lo menos cuatro modificaciones, cuatro versiones que responden a lo mucho que se ha movido el tema de “los derechos trans” y de las “identidades de género” en solo el último mes. Originalmente empezaba hablando de que la intransigencia del movimiento trans hegemónico, que afirma que todo lo que tiene que ver con el reconocimiento del sexo como realidad material es “transfobia” y “atenta contra los derechos trans” había, sin duda, provocado el rechazo de los votantes en Estados Unidos contra el Partido Demócrata, quienes abanderaron los puntos de este transactivismo mediático.
Explicaba que, si bien era de verdad un punto menor en la gran escala de cuestiones en los temas electorales, la tibieza y hasta desdeño de delimitar este problema por parte de los candidatos Demócratas decidió la elección para los Republicanos, quienes si tenían una postura definida y clara.
Desarrollaba que esto no tendría que haber sido ninguna sorpresa para los medios que empujan la narrativa trans hegemónica, en tanto que llevamos cuanto menos dos años señalando que el público en general estaba mayoritariamente en contra de la idea de varones biológicos autoidentificados como mujeres compitiendo en categorías deportivas femeniles, así como de invalidar espacios orientados por sexo como asilos o cárceles. Tal cual, las encuestas sobre el tema señalaban que el pintar a las personas que estaban inconformes con la ocupación de varones biológicos como “histéricos” e “intolerantes” solo estaba provocando un descontento popular contra las posturas transactivistas.
Mi punto es que la victoria del Partido Republicano en las pasadas elecciones generales estadunidenses ha marcado, se quiera admitir o no, un punto de inflexión en los movimientos identitarios de género, y especialmente en el transactivismo hegemónico/mediático. El mayor es que ya no es “hegemónico”, siendo que hay dos corrientes mediáticas que entraron en discusión, en una especie de guerra civil.
Ni moderados ni razonables
Desde antes de la elección estaba creciendo una corriente de portavoces trans (siendo la figura más visible de ellas Caitlyn Jenner), que empezaban a admitir la realidad del sexo material y su importancia, así como admitir que tenía que haber categorías especiales para personas trans en el deporte y en la atención médica.
Aunque esos son puntos que las personas trans disidentes o críticas, o detransicionadoras (quienes, por cierto, se nos recuerda constantemente el transactivismo hegemónico que “no existimos” pese a ser ya miles en plataformas como Reddit) hemos reclamado y propuesto desde hace ya varios años, gente como Jenner se posicionan con estas propuestas como si ellos fueran “moderados” y “razonables”, cuando hace tan solo un año atrás ellos mismos consideraban anatema siquiera sugerirlo.
Sin embargo, esta postura que -reitero- se hace llamar “moderada”, difiere de nuestra postura crítica en un punto fundamental: el reconocimiento de la realidad material. Su reclamo central es que si consiguen el “passing” (entendiéndose como la capacidad de lograr una apariencia que sea confundida como la del sexo opuesto), entonces deberían tener acceso a los espacios de mujeres porque han gastado tiempo, dinero y esfuerzo por metamorfearse bien.
«Transactivismo meritocrático»
Esta extraña postura transaccional y que llamo “transactivismo meritocrático”, sostiene que quienes provocaron el cambio de la opinión pública en su contra fueron las personas que se usaban y abusaban las leyes de auto identidad de género, sin hacer cambios en su apariencia o que eran estrafalarios y erráticos en su comportamiento en espacios de mujeres. Concluyen que debería haber una forma de diferenciar a esas personas de las que si hacen una transición visual y se esfuerzan en ello.
Es obvio decir que las personas LGB y T que estábamos en desacuerdo en primer lugar con desconocer la importancia del sexo material y con la ocupación de varones en espacios de mujeres rechazamos esta idea. Ni siquiera lo que llaman como causa del rechazo nos parece correcta. Nosotros decimos que la causa real del cambio de postura de la opinión pública se debió a la relativización de los términos “sexo”, “mujer” o “identidad” y el cómo ello atentaba contra los derechos de las mujeres y los trabajadores, así como el ignorar la situación socioeconómica, impulsando narrativas individualistas.
No porque tengas una apariencia más o menos femenina o porque hayas gastado más en ello ganas el derecho de invadir espacios de mujeres. Si tu mismo te estás mintiendo sobre quién eres y crees que la apariencia superficial te da carta blanca, entonces no estamos del mismo lado. Si no puedes ser coherente con tu propia realidad y no entender que invadir espacios exclusivos de mujeres es estar en contra de sus derechos de agrupación y expresión, no hay lugar a negociaciones.
Cambios en los documentos oficiales: de género a sexo biológico
Siguiendo con el tema de esta pieza, el resultado de las elecciones estadunidenses hizo claro el cisma entre el transactivismo hegemónico y el meritocrático, y los medios lo hicieron ver como si fueran dos únicas posturas. El asunto es que el transactivismo hegemónico ha afirmado constantemente que toda persona LGB o T que no repite a ciegas sus dogmas somos “traidores” y que somos “fascistas”, cuando las posturas absolutistas y totalitarias, sordas a razonamientos y cuestionamientos siempre fueron las de ellos. De hecho, el transactivismo hegemónico se ha mantenido en sus posturas intolerantes pese al cambio de la opinión pública, y solo parecen reaccionar ante las acciones del recién elegido gobierno estadunidense.
Dentro de las primeras acciones del nuevo régimen estadunidense, fue emitir órdenes presidenciales declarando que se registrará a las personas en todo documento oficial con su sexo biológico. Todo pasaporte, licencia, documento de identidad que marque “género” será cancelado y reemitido con el sexo biológico.
Podemos discutir que el señor Trump no entiende lo que firmó porque afirma que desde ese momento “Solo hay dos géneros” cuando el documento en cuestión declara es que el sexo es inmutable, o que nunca ha entendido la problemática trans y solo la usa con fines electoreros, pero eso es tema de otra pieza. Lo que señala esa orden es solo el registro documental y registral.
No es ninguna sorpresa que el transactivismo lanza gritos y acusaciones superlativas acusando al régimen estadunidense de “genocidio” y de “borrar a las personas trans” solo por no permitirles autoidentificarse. No ha habido arrestos por decomisos de documentos con marcadores de autoidentificación, y no los habrá (solo anulación y reexpedición de estos), pero en la burbuja transactivista casi dan por hecho que esto significa que estarán en el paredón muy pronto. Y este curso de acción mediática, que hasta hace un par de años todavía les hubiera acarreado simpatías, está siendo virtualmente ignorado por el ciudadano promedio.
Hace unas semanas tuve una discusión en línea
Quien me ha leído o me ha escuchado sabe que mis posturas son materialistas y pragmáticas: yo -y por extensiva, todos los que son como yo-, a pesar de que popularmente me llamen “mujer trans” no soy una mujer, sino un varón biológico que pasó por un diagnóstico de disforia de género y por un tratamiento médico hormonal y/o por un proceso legal para cambiar mi nombre.
Nada de ello me hace mujer, pero si me hace pasar por una serie de problemáticas sociales y médicas que deben ser abordadas con seriedad. No, no considero que pretender como que nuestras experiencias sean igualadas con las de las mujeres solo porque performamos feminidad sea algo serio. De hecho, se me hace peligroso que se asegure que sufrimos la misma opresión que las mujeres porque simplemente no es así, y así se trivializa tanto la opresión por sexo como nuestras experiencias como personas trans.
Sin embargo, esta persona que discutía conmigo sostenía que era una “mujer humana” a pesar de haber nacido varón porque “la opresión es muy compleja” y que -a fin de cuenta-, mi opinión era equivocada porque soy minoría (como si las opiniones fueran mejores en tanto sean más populares). “¿O es que te defines como travestista? Porque eso es un varón femenino”.
La autoidentificación no es un derecho
Mi respuesta fue que, si lo soy, entonces todo varón transicionado lo somos por definición, y que debería estar bien. Y ese es mi punto eterno: no hay ninguna definición clara, y cualquier definición podría ser buena, pero quieren jugarle a las autodefiniciones, al subjetivismo, al individualismo y por ahí jamás va a prosperar ningún movimiento serio.
Si, hay que definir lo que son las luchas trans y no, no con “derechos” que no lo son. La autoidentificación no es un derecho, la automedicación no es un derecho, el autodiagnóstico no es un derecho, forzar a todos a vivir tus fantasías no es un derecho, obligar con amenazas a que acepten tus autoidentidades en espacios que no son para tu sexo biológico no es un derecho. Nuestros derechos deben ser trabajo, vivienda, espacios propios, educación, salud integral (no por identidad sino por realidad material).
Yo sé que no lo ven ahora, pero este retroceso en la opinión pública del transactivismo hegemónico es algo positivo. Su cisma en transectivismo meritocrático y crítico es algo positivo. Es un nuevo camino que debemos explorar. Lo malo es que han empezado a causar el mismo retroceso en las luchas L, G y B por su intolerancia. Ahora debemos reparar los daños.