El pasado 6 de noviembre, en este mismo medio, Nazanin Armanian respondía a mi columna Las mujeres judías también importan. No me queda más remedio que contestar, puesto que la señora Armanian me reprocha no condenar la “masacre-genocidio de al menos 9.488 palestinos, de los cuales 3.900 eran niños y 2.509 mujeres”.
Sorprende este argumento por cuanto mi columna no iba en ningún momento referida a la guerra que contra el terrorismo mantiene en estos momentos Israel, sino que iba dirigida a quienes se dicen feministas y callan ante atrocidades cometidas contra mujeres en otros lugares del planeta. Los mismos que callan, justifican o amparan las torturas, violaciones y ejecuciones de mujeres israelíes que tuvieron lugar el pasado 7 de octubre. Hipócritas cuando no judeófobos.
Por otra parte, siendo absolutamente, como soy, respetuosa con la declaración de la Memoria Internacional para la Memoria del Holocausto, IHRA, suscrita por el gobierno de España estando al mando Pedro Sánchez, me niego a banalizar con la palabra genocidio, que tan alegremente se utiliza estos días. Un genocidio es el exterminio de un grupo por el hecho de pertenecer a dicho grupo. Por ejemplo, es lo que proponen los terroristas de Hamás en su carta fundacional y que queda de manifiesto en las declaraciones de sus líderes. Quieren matarlos por ser judíos. Nazismo en estado puro.
Con respecto a los datos facilitados sobre fallecidos, la fuente es el gobierno de Gaza, es decir, la organización terrorista Hamás. La de Pallywood. Me niego a dar credibilidad a terroristas. ¿Quiero decir con esto que no sienta la muerte de civiles palestinos, las primeras víctimas de Hamás, estos días, sean mujeres, hombres o niños? En absoluto. Pero mi columna no iba de esto. Iba de hipocresía y de feminismo. Ni de “ecocidios”, ni de cortes de luz, ni de guerras.
Sí estoy de acuerdo en el terrible drama que sufren las mujeres iraníes que señala mi compañera. Hay que alzar la voz. Yo lo hago con y sin ocasión. Como denuncio las agresiones sexuales, tengan lugar donde tengan. También en Israel. Solo faltaba. Pero es que yo sí soy feminista.