más datos y menos relatos
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Más datos y menos relatos

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Asistimos a la entronización de la ficción. Las plataformas nos ofrecen multitud de posibilidades de ver historias ficticias, o documentales sobre hechos reales con las técnicas de la ficción. La ficción ha invadido también el mundo de lo real. Hoy día no se habla de hechos, de experiencias, de análisis de la realidad, sino de “Relatos”. Si no tienes un buen relato sobre un determinado fenómeno no vas a tener ninguna influencia social.

Sin embargo, la definición de relato remite a narración, cuento, invención, fantasía. La ficción permite estructurar y ordenar los hechos de tal manera que toda la historia sea coherente de principio a fin. En la ficción se resuelven los problemas, y la mayor parte de las veces triunfan los buenos. El material de que está hecha la realidad no permite un orden coherente, pues la realidad no tiene un propósito, simplemente ocurre. Pero cada día hay más expertos en marketing que advierten de que “hay que controlar el relato”, lo que quiere decir que hay que fabricar una explicación verosímil que se pueda vender como verdad.

Vivir en la ficción es mucho mejor que vivir en la realidad, que nunca resulta tan satisfactoria como aquella. Hay relatos locales y relatos globales, pero todos los relatos tienen un cierto componente épico, sin el cual no hay un taquillazo. Pongo dos ejemplos: uno es local y colectivo, y el segundo global y anclado en la subjetividad individual.

Relato local: el procés

El primero es el relato del procés catalán, que tantas imágenes bellísimas dejó para la posteridad: Vía catalana hacia la independencia, se pudo llamar. Y así se forjó un mito que enardeció a la sociedad, con las calles convertidas en senyeres andantes o sus miles de kilómetros de personas que unieron sus manos de norte a sur (2013 y 2014).

El relato cautivó a una gran parte de la sociedad catalana (otra parte lo vivió en silencio y con miedo), pero, ¿quién podía sustraerse a ese bello cuento de emancipación nacional que parecía estar al alcance de la mano? Bueno, no hace falta explicar que este relato, tras muchos vericuetos, no ha acabado precisamente bien. O al menos de momento no se vislumbra una segunda temporada que le dé continuidad.

Relato global: la autodeterminación de la identidad

El otro relato que se ha fabricado a nivel global y que difunden urbi et orbi políticos, organismos, instituciones, sindicatos, universidades, ONGs, empresas hasta llegar a la sociedad en general es el de que cada uno puede autodeterminar su identidad, ficción que titularemos: Tu eliges tu sexo. Relato absurdo que contradice cualquier evidencia empírica, más calcado de la publicidad que de la realidad, pues es más que evidente que una persona no puede cambiar los hechos según su voluntad.

Pero ahí estamos, haciendo creer al mundo una ficción colosal: que un hombre puede ser mujer, o que una mujer puede ser un hombre por un acto de fe (y procesos hormonales de por vida mediante), y que esto es una gran conquista de la libertad individual. Este relato todavía no ha acabado, y habrá que esperar los estragos que tal falacia produzca para ver cómo se desmorona una ficción que no tiene ninguna base ni científica ni real.

¿Son los relatos ficción incluso aquellos que dicen estar basados en hechos reales?

Necesitamos más datos, más estudios, más análisis, más informes, más explicaciones en profundidad de los fenómenos, y menos relatos que acomoden la realidad a los intereses de grupos, empresas o instituciones.  Por ejemplo, en lugar de contar las asesinada cada mes, cada año o desde 2003 (que repiten como loros todos los medios), ¿para cuando un intento de explicar las razones profundas de esta violencia estructural? 

¿Para cuándo un relato que explique el funcionamiento del sistema prostitucional, de cómo se mantiene y alimenta? ¿Para cuándo un relato que analice cómo se ha llegado a aceptar que la maternidad quede disociada de parir y ahora sean los padres “de intención” los que prevalezcan sobre el cuerpo de una mujer gestante? ¿Será que los relatos tienen que identificar inequívocamente a un héroe y en todos estos casos no hay más que villanos? ¿O será más bien que sabemos que los relatos son ficción incluso aquellos que dicen estar basados en hechos reales? Más datos y menos relatos, que para cuentos ya tenemos bastante con los que nos explican cada día la práctica totalidad de los medios de comunicación.

Juana Gallego

Profesora universitaria