Era 2012, acababa de producirse el Golpe de Estado en Paraguay, y la izquierda paraguaya se encontraba desorientada, y desgarrada por la recién experiencia de poder y también de acoso por parte de todos los grupos de poder del país. El recién depuesto presidente de la República, Fernando Lugo, renunció a pelear su papel de presidente depuesto, pero no al poder interno en la izquierda. Brevemente lo quiso compartir nombrando a un sucesor, Mario Ferreiro, aunque nunca terminó por sucederle. Tras breves victorias municipales y un progresivo desgaste electoral de un espacio heterogéneo y nunca articulado internamente en ningún órgano, la historia ha terminado con un espacio desgarrado, roto por traiciones internas entre compañeros, con confabulación con enemigos históricos incluido. El espacio hoy está roto, y el mayor logro pasa por mantener los dos dígitos en las próximas elecciones, tras la enfermedad del otrora líder y su vacío político.
Un año después, en 2013, en Grecia, un líder sin todavía poder pero con gran legitimidad social, Alexis Tsipras, ungía a una audiencia de miles de simpatizantes de Syriza a centrarse en el futuro y no en el pasado de la izquierda, en un país devastado por los recortes y la devaluación de las condiciones de vida. La mirada estaba puesta en Synaspismos, el partido mayor del bloque de izquierdas y heredero del eurocomunismo griego que en ese congreso se iba a disolver en el espacio político SYRIZA, una coalición electoral que ellos habían contribuido a crear en 2004 junto con otros partidos más pequeños.
La historia posterior es conocida, con una Syriza pasando del 3% en su fundación, al 36% en las elecciones posteriores a la conformación del nuevo espacio político, lo que les permitió liderar el Gobierno que cambió el rumbo de una Grecia destruida por la coalición entre los socialistas del PASOK y Nueva Democracia.
Pablo Iglesias siempre fue llamado a ser el Tsipras español
En enero de 2015, Iglesias aparecía aupado en un mitin en la capital helena junto a Tsipras, como los dos líderes de la nueva izquierda regional, tras sus deslumbrantes cinco eurodiputados resultantes de las europeas de 2014. Sus coincidencias eran amplias, desde su pasado vinculado a las juventudes comunistas, su inusitada juventud, y su volcánico carácter y carisma que arrastraba a las masas en una Europa asolada por la crisis de 2008 y los recortes posteriores. No obstante, sus caminos fueron separándose a medida que fueron acentuándose las victorias electorales por un lado, y las derrotas en el otro.
Syriza hoy permanece como espacio alternativo a la derecha Griega, y Podemos se ha ido disolviendo en el tiempo para ser un espacio a la izquierda del PSOE, es decir, subalterno a este. Tampoco ha sabido superar el espacio electoral para formar un espacio político propio, manteniendo siempre sus principios y órganos autónomos separados del resto de organizaciones. Nunca ha habido ningún espacio colectivo de coordinación con las confluencias y aliados, más allá de las reuniones parlamentarias o las reuniones y llamadas bilaterales.
Podemos ejemplifica la doble vertiente de la izquierda en las últimas décadas
Por un lado, aquella que ha sabido asentarse sobre la forma de un partido, y sobrevivir a los liderazgos carismáticos, y aquella que ha sucumbida a unos liderazgos que no supieron delegar en un partido y en posteriores liderazgos. Rafael Correa y Alianza País en Ecuador, o Fernando Lugo y el Frente Guasú en Paraguay son ejemplos de espacios políticos ficticios que nunca supieron consolidarse más allá del líder.
En contraposición, otros partidos han mostrado poder sobrevivir a liderazgos como el de Mújica en el Frente Amplio, o Lula y Rousseff en el PT, pero también han podido emerger tras la alternancia en el poder y a una violenta cruzada política, persona, judicial, y también mediática de las derechas regionales. Huelga decir que Lula tuvo que vivir la muerte de su mujer y su nieto desde la cárcel.
El papel de Podemos no ha sido tampoco fácil. España ha estado atravesada por sucesivas crisis desde 2008. Crisis económica, social, territorial, y política en las cuáles Podemos ha sido llave del cambio político. No obstante, la paulatina pérdida de fuerza electoral, y la falta de protagonismo político ha ido mermando su luz, desde aquel 2014 en el que el manifiesto “mover ficha”, apuntaba a romper el régimen del 78, y a formar un nuevo sujeto político que se presentara a las europeas de 2014.
La lista de políticas que propugnaban entonces hoy quedan subsumidas en el paraguas ideológico de Podemos, mientras sus firmantes, a excepción de Juan Carlos Monedero e Isabel Serra, ya forman parte de una forma u otra de la plataforma de Yolanda Díaz. Figuras emblemáticas en el ciclo político reciente como Xavi Domènech, referente de los Comunes, o Jaume Asens, se han sumado al nuevo proyecto de Yolanda. El último asumía recientemente que Pablo “pertenece al pasado”.
Pablo Iglesias tiene la llave del próximo Gobierno
No obstante, en Moncloa, en PRISA, en La Sexta y Atresmedia, y en todos los centros de poder de España saben que Pablo Iglesias tiene la llave del próximo Gobierno. Desde El País, se suceden los artículos que llaman al entendimiento, y ponen en la diana la naturaleza del conflicto: o Podemos se entiende con Sumar, o no habrá Gobierno de Coalición. Soledad Gallego, ex directora de El País afirmaba recientemente conflicto SUMAR- PODEMOS es una cuestión de supervivencia del Gobierno de coalición, ya que la “imposibilidad de acudir a las urnas con listas comunes reduciría fuertemente su número de escaños totales, la posibilidad de que Partido Socialista reeditara la coalición”. Pero, ¿qué hay detrás del conflicto entre Podemos y Sumar?: ¿Diferencias entre Pablo y Yolanda? ¿Las primarias? ¿la forma de partido? ¿los intereses personales?
En primer lugar, todos asumen que lo que plantea Yolanda no es un partido, sino una plataforma virtual reunida alrededor de demandas políticas y el crecimiento político y electoral del espacio político surgido en 2014. Joan Coscubiela, ex líder de ICV, arguía que SUMAR era una “agregación de demandas fuera de los partidos”, y que “SUMAR es la salvación antes del desastre”. Uno de los firmantes del manifiesto de lanzó a Podemos a las elecciones de 2014, Santiago Alba Rico asumía que Sumar era necesario, no la unidad. El filósofo aducía que la unidad era incompatible con una estrategia de izquierdas.
La búsqueda de reconocimiento
El catedrático de Ciencias Políticas y aliado de Yolanda, Ignacio Sánchez Cuenca apuntaba a que las diferencias entre la ministra y el ex vicepresidente no eran ni personales ni ideológicas, ni políticas, sino la búsqueda de reconocimiento por parte de un actor colectivo como Podemos. De este modo, asociaba el papel de Pablo Iglesias al de Cayo Lara en 2014, cuando se negociaba la integración del primero en las listas europeas, cuestión que no fructífero y que fue el germen para que naciera Podemos. Iglesias respondió de forma irónica a Sanchez Cuenca en una retransmisión en su canal RED, identificándolo como dirigente de SUMAR. Éste respondió que “el problema de las primarias es que creen que a Podemos le apoya mucha gente; y las primarias dirimirán el apoyo de cada uno”
El ex vicepresidente diluía la importancia de la actual de la alianza con SUMAR asociándola con las anteriores coaliciones electorales con IU, Comunes, Compromis. Asimismo, ponía la suerte de Podemos en esta negociación en una especie de amenaza existencial: “Los que no han querido unidad electoral en las elecciones autonómicas no es que haya Gobierno de coalición sino que Podemos no exista”. Las primarias serían, así, la principal demanda explícita de Iglesiasy del espacio de Podemos.
Son Todos hijos de Podemos
No obstante, Juan Carlos Monedero sintetizaba la tesis asumida por los dirigentes de Podemos: no se puede sumar sin reconocimiento del peso principal de Podemos. Y esto, para el politólogo cofundador de Podemos pasa porque todos los que apoyan a SUMAR acepten que “son todos hijos de Podemos”. Y, más allá, alude al verdadero actor clave en esta negociación al asumir que el “Canal Red va a ser un actor esencial en la reconfiguración de la izquierda española”.
Es decir, las negociaciones iban a pasar por la supervivencia de Iglesias como actor fundamental en la nueva etapa política. De ahí que podamos aceptar en este punto que el problema no es SUMAR o Podemos, sino el liderazgo del espacio, que se debate entre la RED de Pablo Iglesias, y la plataforma no partidista de SUMAR.