Para sorpresa de nadie, en este reparto de poder, ganan los amigos de toda la vida y mientras el PP se hace con el poder municipal de 32 capitales de provincia, en cinco de ellas, gobernará con Vox.
Vox tiene votos y el PP los necesita porque quiere gobernar. A la playa sus líneas rojas. A la playa de al lado sus críticas al Gobierno de coalición por pactar con extremistas. Señores, sus extremistas no nos valen, los nostálgicos de Franco sí.
El tan cacareado discurso de la derecha moderada se ha lanzado a los brazos de los que niegan la violencia machista y el cambio climático, de los que no creen en las autonomías, ni en la Unión Europea, y de los que se presentan como abiertamente homófobos. Nunca antes han tenido tanto poder, pero jamás se han escondido, lo que no se había escenificado es su extrema sintonía con el Partido Popular. Vivir para ver.
Y, sin embargo, estaba cantado. Son dos ramas del mismo árbol. Por lo tanto, ni la negociación de los programas presenta inconveniente. Quizá porque el PP no tiene programa. No es por hacer spoiler pero quedan pocas dudas sobre quién gobernara en España el 23-J si los progresistas no salen a votar o suman menos que el binomio PPVOX.
Valencia da el pistoletazo de salida
Tres horas justas para sonreír como si no hubiera un mañana. La Comunidad Valenciana ha sido la primera en pactar con Vox. La vicepresidencia estuvo a punto de recaer sobre un maltratador, pero le enviaron al Congreso para que hiciera menos ruido, y han apostado por un extorero amigo de Camps.
Vicepresidencia y Concejalía de Cultura para Vicente Barrera, un hombre que tras debatir consigo mismo puso a su caballo Caudillo. Un hombre cabal que llegó a decir en 2020 que “fue el franquismo el que trajo la democracia a España”. Jamás ha gestionado dinero público. Estos son sus logros, es de suponer que en breve rescate a la Sección Femenina. Mal mirado, hasta dan ganas de ver qué hace.
Pero no se vayan todavía que aún hay más. El número dos de Vox por Valencia, José María Llanos, ha asegurado que “la violencia de género no existe, la violencia machista no existe” y todo esto mientras en España, por poner un ejemplo, hay más de 200 manadas judicializadas. Me pregunto qué pensarán las víctimas.
A lo de Valencia se le une una lista de ciudades donde el PSOE sacó más votos, pero los de la derecha se hicieron con el poder, porque no les gusta el poder, es que no les queda más remedio que acabar con los comunistas. Y así Valladolid, Burgos, Toledo o Guadalajara pasan a sus manos.
Pero aún quedan más comunidades. Es cuestión de tiempo.
El lenguaje no es gratuito
En este mundo cambiante en el que la derecha extrema y la extrema derecha reescriben la historia casi a diario, teníamos una certeza. Si algo nos diferencia de los animales es el poder de la palabra, pero ahora, en esta etapa azul verdoso, también está en entredicho. Ha sido Borja Semper, el encargado de jorobarnos la ilusión de racionalidad al afirmar sin ponerse rojo, que las palabras no importan. Quizá porque ellos no la tengan. Los volantazos de Semper están dejando marcas de grasa en el asfalto.
En este abrazo del oso, el PP, que lleva toda la legislatura con la matraca de no pactar con extremistas entrega buena parte de su poder a los nostálgicos de la dictadura, zanjando de una vez por todas su opinión sobre ellos.
En resumen, gobiernos PSOE-BILDU, cero. Gobiernos PP-VOX, 140. No pueden decir que no estaban avisados. Vox no ha escondido nunca sus cartas, desde el minuto uno ha pregonado su furibundo malestar por los avances de la libertad. Si el PP estaba mínimamente preocupado por escenificar su buen rollo con VOX, ahora debe tener pesadillas. Han conseguido el poder, sí. Pero, ¿A qué precio? Progreso o retroceso.